Por Marcelo Izquierdo
BUENOS AIRES, 13 (ANSA)- La recta final de la campaña
electoral de cara al histórico balotaje del 22 de noviembre en
Argentina choca contra una paradoja política con el candidato
oficialista Daniel Scioli tratando desesperadamente de
diferenciarse de la presidenta Cristina Fernández y su rival
Mauricio Macri "sciolizando" su discurso para alejarse de sus
tradicionales posturas neoliberales. Los argentinos tienen la sensación de estar ante dos
postulantes muy parecidos: ambos son amigos, empresarios, vienen
del deporte, se presentan como el "cambio" y comparten un pasado
en la defensa del gobierno de Carlos Menem (1989-99). Y aunque
hoy representan -al menos en teoría- dos modelos de país
antagónicos, sus discursos se acercan profundizando las dudas de
ese 10 por ciento del electorado que, según los sondeos, está
indeciso. Las últimas encuestas -a las que pocos creen tras las
rotundas equivocaciones evidenciadas en la primera vuelta del 25
de octubre- dan al candidato de la alianza derechista Cambiemos
entre 6 a 8 puntos arriba de su contrincante del oficialista
Frente para la Victoria. Scioli cosechó el 37,08 por ciento de los votos en octubre,
aglutinando el voto "kirchnerista duro" y Macri se llevó el
34,15 por ciento, conformado por el voto opositor más acérrimo.
Ahora ambos están obligados a ir por ese casi 29 por ciento del
electorado que eligió a otras propuestas y se debate entre el
"cambio con continuidad" o la "continuidad con cambio". Y para
ello deben cambiar su estrategia. El plan de Scioli es claro: mostrarse más Scioli que nunca.
El actual gobernador de la provincia de Buenos Aires ha sufrido
fuertes críticas internas por su estilo moderado y dialoguista
cuando el gobierno cargaba sus cañones contra las corporaciones
y el opositor grupo mediático Clarín. "Yo soy el verdadero cambio. Cuál es el cambio (que propone
Macri)? El ajuste? Privatizar YPF (Yacimientos Petrolíferos
Fiscales)? El cambio es la agenda del desarrollo. A mi me van a
venir con las formas? Siempre fui moderado. Quiero fortalecer la
institucionalidad y respetar la independencia de poderes", dijo
Scioli en el canal de cable de noticias C5N. Sus asesores intentan profundizar su imagen medida con un
discurso más cercano al "centro" que a la izquierda peronista.
La idea es seducir a la franja del electorado que está "enojada"
con las "formas" de gobernar del "kirchnerismo". Las críticas al gobierno que más se escuchan hablan de
soberbia", intentos de imponer ideas sobre el diálogo y una
política de confrontación que -aseguran- causó una división en
la sociedad. Por ello, de cara al debate de este domingo a una
semana de las elecciones, Scioli buscará profundizar su perfil
"pacífico" pero "firme", como él mismo se definió en un spot. Scioli acepta que cambiará "las cosas que haya que cambiar"
cuando arrecian desde la oposición denuncias de corrupción,
manipulación de estadísticas oficiales, una elevada inflación,
una economía estancada y prácticas "clientelistas" en estos 12
años de gobierno. Del lado de Macri, la estrategia es simple: "sciolizar" su
discurso. El alcalde de la ciudad de Buenos Aires busca suavizar
su tradicional postura neoliberal y se acerca hacia una posición
más de centro que de derecha, defendiendo medidas de gobierno de
gran respaldo popular a las que hasta muy poco se había opuesto,
como las nacionalizaciones de YPF, Aerolíneas Argentinas y las
jubilaciones.
Además, se esfuerza por asegurar que no devaluará la moneda
ni abrirá el grifo a las importaciones ni tirará abajo los
planes sociales, que gozan de gran consenso, como lo acusa el
gobierno. Y carga las tintas contra las "formas", errores y
prácticas del gobierno, que paradójicamente también reconoce el
"sciolismo" y gran parte del electorado. Pero Macri tiene un gran problema: sus "voceros" económicos,
cada vez que hablan en forma pública, mencionan una devaluación
o libre comercio, precisando al mismo tiempo opiniones por las
que estas decisiones no deberían traducirse en el tan temido
ajuste de la economía. Sin embargo, a menos de un mes de la
asunción del 10 de diciembre, Macri no ha anunciado quién sería
su ministro de Economía (algo que Scioli ya hizo hace más de un
mes cuando eligió a su actual ministra bonaerense, Silvina
Batakis), lo que acrecienta las dudas y la incertidumbre. Pero Scioli tampoco puede sonreir: cada vez que alguien habla
desde el gobierno lo golpean un poco más. El último fue el
ministro de Economía, Axel Kicillof, quien tildó de "forro" (un
grosero insulto en el país) al ex postulante presidencial del
peronismo renovador, Sergio Massa, precisamente en cuyo
electorado Scioli intenta pescar los votos que le permitan ganar
el balotaje.
MFI/MRZ
13/11/2015 20:27
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