Por Andrés Cárdenas
BUENOS AIRES, 15 (ANSA) - El músico, poeta, escritor y
artista plástico, Ramón Ayala, ícono del folklore del nordeste
argentino, deleita a su público con una nueva publicación de
algunos de sus deliciosos relatos autobiográficos. Las remembranzas de Ayala recalan desde su humilde infancia
en Misiones, en el extremo nordeste argentino, hasta su destino
de trotamundos que lo llevó a conocer felicidades, miserias,
personalidades mundiales y a trajinar los más exóticos
escenarios en cinco continentes. Así se plantea "Confesiones a partir de una casa asombrada"
como un breve y alucinante conjunto de postales, de viajes
reales e introspectivos, por el mundo íntimo de uno de los
folcloristas más renombrados de Argentina y América Latina,
creador de un singular ritmo propio, el gualambao, una sintonía
de síncopas rebuscadas que rescatan las añoranzas de su selva
natal. Inspirado en la polca del Paraguay, la galopa y el chamamé
correntinos, el ritmo de Ayala los funde en uno con profundidad
de letanía, que le valió el reconocimiento en su tierra y en las
más diversas escenas del planeta. Si algo define a "Confesiones" es el sentimiento, la vena
poética con la que Ayala sabe cautivar en toda su obra, tanto
musical como literaria y pictórica. El autor de "El mensú", a esta altura un himno folclórico
argentino, confirma su afán de no guardarse nada y percibir su
destino y el de la entera experiencia humana con los ojos
"asombrados" de aquel niño que fue, poseído para siempre por los
colores y aromas salvajes de la selva misionera, con su tierra
rojo sangre, durante los primeros años en la década de 1940. En Misiones, cuenta Ayala, se habla de una casa "asombrada",
como la que él habitó de niño, cuando posee algún "embrujo",
espiritus o fantasmas que la pueblan para brindarle un
encantamiento fuera de lo normal.
Allí pueden convivir duendes, el pombero, el yasy-yateré y
tantos otros seres mitológicos de la cultura guaraní, que
trasiegan la imaginería de los chicos humildes en las siestas de
calor bochornoso.
Los mismos niños y también hombres y mujeres, que sueñan con
un tesoro escondido, la famosa plata "yvyguy" (enterrada) de los
tiempos míticos de las incursiones bandeirantes o del derrotado
ejército fantasmal del Mariscal paraguayo Francisco Solano
López. A los pocos y fundantes años de la infancia misionera, Ayala,
con su madre viuda y sus muchos hermanitos a cuestas, rememora
su mudanza al conurbano bonaerense, al duro trabajo de los
frigoríficos del Dock Sud y a la "alfombra mágica" que le
permitió torcer su difícil destino: su primera guitarra. Con su tozudez optimista embellece los comienzos en los
discriminados "bailes puloi" de la capital argentina, como
despectivamente llamaban los 'niños bien' a los lugares de
esparcimiento provincianos, en alusión a los polvos detersivos
que usaban las empleadas domésticas que eran de las más asiduas
a aquellas islas de sentimiento y encuentro nostálgico.
La "Niña Yolanda", Horacio Guarany, Mercedes Sosa, Herminio
Jiménez, el maestro paraguayo José Asunción Flores, Armando
Tejada Gómez y otras luminarias del folclore argentino y
paraguayo se codean con Ayala en esos años en los que aún nadie
conocía y nombraba a muchos de ellos, en la era fundacional de
diversos estilos en toda la región. Luego vendrán el reconocimiento, la fama y los viajes con su
música y su pintura. Compartir mesa con Salvador Allende y el
"Che" Guevara, contemplar el ocaso en Zanzíbar o exponer cuadros
en París nunca marearon al ideador de "El Cosechero", otra de
sus composiciones símbolo, dedicada a los míseros cosecheros
golondrinas del algodón en el norte argentino. Ayala, como broche final, hasta se permitirá una pincelada de
magia para terminar de darle un hilo conductor y un cierre
inesperados a su bello libro. Para el que guste y lo conozca, resultará un placer
sumergirse en el mundo de Ayala y para el que aún no lo tenga
presente, una verdadera revelación de uno de los maestros
fundadores del folclore argentino, que cerca de sus 80 años,
recibe cada vez más homenajes y menciones. La cuidada edición, con ilustraciones del propio artista,
forma parte de la serie "Campanas de Palo" de la casa editorial
rosarina Serapis, en co-edición con la Editorial de la
Universidad Nacional de Misiones.
ACZ/ACZ
15/11/2015 18:44
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