BUENAS AIRES, 21 (ANSA)- El próximo domingo el postulante
oficialista Daniel Scioli y el opositor Mauricio Macri animarán
el primer balotaje presidencial en la historia de Argentina,
aunque hubo dos antecedentes fallidos con sendos candidatos que
decidieron no presentarse. Para que un postulante pueda convertirse en presidente, la
Constitución Argentina establece que el candidato debe obtener
más del 45% de los votos, o más de 40% junto a una diferencia de
más de 10% en relación a los votos que sume su inmediato
oponente.
En la pasada elección presidencial del 25 de octubre, Scioli
obtuvo el 37,08% de los votos, mientras que Macri cosechó
34,15%, resultado que forzó una segunda vuelta entre los dos
candidatos más votados.
Son los artículos 97 y 98 de la Constitución los que
establecen los porcentuales que definen una segunda vuelta, que
se deberá efectuar en los próximos 30 días a partir de la última
elección, de acuerdo al artículo 96 de la Carta Magna. Participan las dos fórmulas a Presidente y Vicepresidente más
votadas en primera instancia y resultará electa aquella que
obtenga la mayor cantidad de votos afirmativos válidamente
emitidos (artículo 151 de la Ley 24.444). En la mayoría de los estados (provincias) de Argentina no
existe el mecanismo de balotaje. Las elecciones a jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires también establecen esa posibilidad de una segunda
vuelta, como lo estipula el artículo 96 de la Constitución de la
Ciudad de Buenos Aires.
Pero allí para ganar en primera vuelta es necesaria la
mayoría absoluta de los votos, es decir más del 50 por ciento.
Las únicas otras provincias en las que las elecciones pueden
elegirse en una segunda vuelta son Corrientes, Chaco y Tierra
del Fuego. En cambio, en la decisiva elección de gobernador de la
provincia de Buenos Aires (el principal distrito electoral del
país) resulta electo aquel que obtenga "la simple mayoría de
votos", sin posibilidad de balotaje. En otras 19 provincias del
país ocurre lo mismo. En Argentina nunca se realizó un balotaje en la elección
presidencia, aunque en 1973, en la puja entre Héctor Cámpora
(Partido Peronista) y Ricardo Balbín (Unión Cívica Radical)
debería haberse producido, ya que según la ley de la época si
ninguno obtenía más del 50% debía haber una segunda
vuelta. Empero Balbín renunció a la segunda vuelta luego de que
Cámpora obtuviese el 46,5% de las preferencias en las urnas. Lo mismo ocurrió con Carlos Menem, quien desistió de
presentarse a una segunda vuelta ante Néstor Kirchner en 2003,
en una contienda entre dos hombres provenientes del Peronismo.
Menem fue el más votado en la primera vuelta, con el 24,45%
de los votos, mientras que el entonces ignoto Néstor Kirchner,
casi un desconocido para la opinión pública, obtuvo el 22,24% de
los sufragios. Al no presentarse el ex presidente, conciente de que perdería
por el poco respaldo de los seguidores de otras fuerzas, eludió
la segunda vuelta y Kirchner se convirtió en presidente con tan
sólo 22,24% de respaldos. Pero desde entonces, construyó poder y adhesiones y edificó
un ciclo que finalizará este domingo, tras su presidencia y dos
consecutivas de su viuda, Cristina Fernández.
ADG/ACZ
21/11/2015 16:09
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