Por Alberto Ferrari
(ANSA), BUENOS AIRES, 9 ENE - Los miles de emigrantes
italianos que arribaron a la Argentina desde fines del siglo
XIX, fueron catalogados, en su mayoría, como potenciales
delincuentes y anarquistas peligrosos, señala un ensayo de
reciente edición en Argentina. El ensayo, "Ni gringos ni indios-Inmigración, criminalidad y
racismo en la Argentina", de la Universidad Nacional de Quilmes,
aborda la conflictiva relación que se estableció con los
emigrantes italianos, que arribaron en oleadas al país a partir
de 1890. "De las páginas de la prensa local de lengua italiana se
desprende un vasto muestrario de ciudadanos arrestados y
torturados injustamente, víctimas del abuso policial y la
corrupción de la justicia", afirma la autora del ensayo, Eugenia
Scarzanella, profesora de historia e instituciones de América
Latina en la Universidad de Bolonia. Pese a que los gobiernos argentinos proclamaban su voluntad
de atraer la inmigración europea para fortalecer el crecimiento
económico, Scarzanella aporta una visión diferente que
identificaba al inmigrante como potencial delincuente o portador
de ideas anarquistas, que en el imaginario de las clases
dirigentes eran casi lo mismo.
Una visión que parece repetirse hoy en muchos países de
acogida de los migrantes sirios, iraquíes o africanos. La migración masiva de italianos hacia Argentina también fue
combatida en Italia, donde los nacionalistas "agitaban el tema
de la defensa de los valores culturales, sosteniendo que la
emigración sustraía fuerza al país". También agitaban como argumento para desalentar la emigración
que los gobiernos sudamericanos amenazaban la "italianidad" de
las colonias radicadas en sus respectivas comunidades. Al mismo tiempo, la emigración alimentó otro mito -señala la
historiadora italiana- como fue la supuesta construcción de una
"piu grande Italia" en el Río de la Plata. A su vez, las clases dirigentes positivistas argentinas
alentaron -una vez superado el recelo inicial- la creación de
"una nueva nación blanca en el desierto" con los inmigrantes,
desplazando a los gauchos nativos y a las sometidas y remanentes
poblaciones de pueblos originarios. Desde Italia o desde Argentina, los creadores de estos mitos
coincidan en apelar al imaginario de los "laboriosos y honestos
campesinos y obreros", que contraponían con los anarquistas y
los presuntos malvivientes de las ciudades. En ese contexto se impusieron las teorías sobre la
delincuencia del positivista italiano Cesare Lombroso, que
llegaron al Río de la Plata con la emigración desde Italia. "La lección del lombrosismo había sido acogida plenamente (en
Argentina) quizás incluso con excesivo celo", asegura la
italiana Scarzanella. A partir de esa influencia de las teorías de Cesare Lombroso
sobre la "genética" de los delincuentes, se construyeron
"asilos" para menores que habían delinquido y en donde se
proponía "contrarrestar el efecto negativo de la herencia y del
ambiente", que los habían conducido al delito. "Los visitantes italianos que habían admirado la cárcel
modelo, las prisiones-escuelas para niños débiles, tenían aún
una etapa más en la utopía argentina de los asilos en el
hospital psiquiátrico de Open-Door (80 kilómetros al noroeste de
la capital argentina) creado en 1899 como sucursal del manicomio
masculino" ya existente en el país, recuerda el ensayo. Gina Lombroso, hija de Cesare, antropóloga y también
criminóloga positivista, consideró a ese hospital como una
"institución modelo" que colocaba a la Argentina "a la
vanguardia" en el tratamiento de los enfermos mentales. Lombroso comparó "sus espacios abiertos, verdes, sin muros ni
verjas, a diferencia de la arquitectura conventual y militar que
los italianos estaban habituados en la instituciones similares
de su patria", apunta el ensayo. Scarzanella es autora además de "Italia d'Argentina.Storie de
contaditi, industriali y missionari (1850-1912)" y "Mujeres y
naciones en América Latina", además de numerosos ensayos de
historia argentina y latinoamericana.
AEF-ADG/MRZ
09/01/2016 17:00
|