Por Andrés Cárdenas
BUENOS AIRES, 23 (ANSA) - Tras más de 70 años de olvido o de
un conocimiento de culto se reedita en Buenos Aires "Las colinas
del hambre", de la escritora, periodista y guionista Rosa
Wernicke, novela social fundante sobre el drama de las "villas
miseria", los asentamientos precarios aún vigentes, expandidos
en las periferias de las grandes urbes argentinas desde el siglo
pasado. Se trata de una novela escrita con maestría, con precisión de
relojería en el uso del acotado tiempo y espacio de la acción,
en un solo domingo de primavera de 1937, en el miserable
conurbano de Rosario, "la Chicago argentina", por entonces la
segunda ciudad industrial y portuaria del país. Sin dudas Wernicke logra una novela incómoda que desnuda a
través del enfoque múltiple y la inclusión coral de sus
personajes, de distintas clases sociales, el drama
invisibilizado de quiénes deben vivir entre los desperdicios, de
modo subhumano, en los alrededores del mayor vertedero municipal
de la ciudad. La originalidad radica además en el modo de narrar que
destila influencias bien direccionadas del naturalismo de Emile
Zola y de los maestros realistas españoles y rusos
decimonónicos, así como el uso innovador del diálogo psicológico
introspectivo, que tanto impuso al gran paladar popular por esos
mismos años el argentino Roberto Arlt. Pero también se destaca y se nota el compromiso político de
Wernicke cercano al marxismo y las preocupaciones sociales que
compartía con su compañero, el pintor Julio Vanzo, que ilustró
la primera edición del libro.
Las ilustraciones de Vanzo son retomadas con justicia por la
Editorial Serapis, en esta nueva reedición, la segunda en pocos
años de un libro que merecía ser "exhumado" por su enorme
vigencia y la actualidad permanente de su denuncia. Atrapa el marcado oficio de guionista de la autora, que le
servía para adaptar todo tipo de textos al radioteatro como modo
de vida habitual, y su agudo don de la observación de los
"tipos" sociales sin caer en el estereotipo o el burdo calco
prejuicioso. En el basurero rosarino se entrecruzan las familias en
ascenso que se nutren del trabajo casi esclavo del asentamiento,
los ventajeros contratistas municipales y los pobres de toda
pobreza que deben vender su fuerza manual y hasta sus cuerpos
para subsistir en las fábricas elementales, la prostitución, la
chatarrería o la cría de cerdos. Wernicke parece operar con un microscopio, con algo de
contaminación cientificista, sobre este inframundo que actúa
como contracara permanente del opulento y reluciente centro de
Rosario.
Así y todo sus metáforas son feroces pero no efectistas y
marcan con el valor de un documento histórico el caldo de
cultivo en los años 30, de la llamada "Década infame"
conservadora argentina: una etapa de profunda injusticia social
que desembocaría en el ascenso volcánico, desde el subsuelo
sublevado del país, del primer gobierno de Juan Domingo Perón,
en 1946. Publicada originalmente en 1943 por la Editorial Claridad,
"Las colinas del hambre" obtuvo el mismo año el Premio literario
Manuel Musto, para caer luego en el limbo de los inhallables
libros de cenáculo. Quizás el cinismo, la incomprensión y el egoísmo que
persisten en la sociedad argentina y de América Latina en
general, acerca de un drama social de exclusión, sin soluciones
de fondo y en constante aumento, hayan regurgitado desde el
fondo del arcón de la literatura social una obra que parece
escrita hoy mismo.
ACZ/ACZ
26/01/2016 18:01
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