Por Darío Pignotti
BRASILIA, 8 (ANSA)- Este sábado y domingo no serán días de
receso en Brasilla. La tensión política que marcó la semana se
prolongará tanto en el Palacio de Alvorada, donde la presidenta
evaluará que pasos seguir para salir de su inmovilidad, como en
las tiendas opositores donde hay sectores confiados en que la
semana entrante madurarán las condiciones para abrir camino a
un proceso de "impeachment", el juicio político.
Entre el jueves y el viernes la presidenta y sus funcionarios
ratificaron tres veces que hay "estabilidad institucional"
desmintiendo rumores sobre la presunta carta de renuncia
firmada y guardada en un escritorio del gobierno. Ese episodio pinta por sí solo el voltaje al que llegó la
crisis y aporta elementos para avizorar los escenarios posibles
de los próximos días. En ese sentido habrá que aguardar en las próximas horas para
verificar la consistencia del trascendido sobre el nombramiento
del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva como ministro de
Defensa o Relaciones Exteriores. La especie fue publicada por el diario O Globo el viernes,
pero ya había sido barajada antes por sitios cercanos al
oficialista Partido de los Trabajadores, del cual Lula es
fundador y líder histórico. Ese eventual desembarque en el gobierno de Lula concedería a
Dilma un respaldo político de peso con capacidad de descomprimir
el escenario, especialmente para la recomponer la relación con
el Congreso, epicentro de las iniciativas "bomba" para minar al
Planalto. Al mismo tiempo representaría una movida arriesgada porque si
la crisis acaba profundizándose Lula será alcanzado por la onda
expansiva del fracaso del gobierno con lo cual podrían quedar
sepultadas sus aspiraciones, y las del PT, para que vuelva a
candidatearse a la presidencia en 2018. Es probable que el tema sea parte de los cabildeos de este
fin de semana entre los asesores de Dilma en Brasilia y la
asesoría de Lula en San Pablo. Por cierto en la tarde del
viernes varios ministros viajaron hasta San Pablo para reunirse
con el ex gobernante y principal consejero de Dilma. En el terreno opositor la prioridad es garantizar que una
multitud participe el próximo domingo 16 en la tercera marcha
por el "impeachment", las anteriores, muy concurridas, fueron en
marzo y abril. Si hubiera una marea humana de, por ejemplo, 4 millones de
indignados, este sería un capital político necesario, quizá no
suficiente, para legitimar la tramitación del juicio político
igual al que en 1992 fue el inicio del fin del gobierno efímero
de Fernando Collor de Mello, que había asumido en 1990. Los organizadores de la marcha tuvieron en cuenta ese
antecedentes y escogieron como día del mitin el 16 de agosto
porque ese mismo día de 1992 fue la "paseata" (caminada) de
decenas de miles de ciudadanos que sepultaría la vida política
de Collor. Un dato novedoso del evento del domingo 16 es que esta vez
será convocado por el opositor Partido de la Socialdemocracia
Brasileña, cuyo titular Aécio Neves fue derrotado por estrecho
margen por Dilma en el balotaje de octubre de 2014. Neves es el dirigente más identificado con esta movilización
y un eventual "impeachment" a ser sustanciado en los próximos
meses en el Parlamento. Pero otros altos dirigentes de su partido PSDB, como el ex
gobernante Fernando Henrique Cardoso, discrepan con la propuesta
de Neves, y consideran arriesgado apostar en el "impeachment" a
corto plazo, además de sostener que no hay elementos suficientes
para procesar a Dilma. La presidenta es "una persona honesta" dijo esta semana
Cardoso, para disgusto de Neves, demostrando que no está de
acuerdo con acelerar los tiempos de una eventual destitución de
la mandataria del PT. Similar opinión a la de Cardoso tiene el ex candidato
presidencial José Serra, el poderoso senador de San Pablo y
hombre gravitante en el PSDB. Serra considera que no sería apropiado un "impeachment"
inmediato y tampoco una convocatoria a elecciones: el senador
paulista prefiere que el gobierno continúa desgastándose hasta
que Dilma se vea forzada a renunciar para que asuma como jefe de
Estado el vicepresidente Michel Temer. El habilidoso jurista Temer no es del PT, sino del Partido
Movimiento Democrático Brasileño, y guarda una antigua relación
con los socialdemócratas de Cardoso, ya que fue parte de su
gobierno. Es por esa amistad con el opositor PSDB que el vicepresidente
Michel Temer causa reservas en el PT donde algunos sospechan que
podría estar interesado en la salida de Dilma para asumir la
presidencia. Si eso eventualmente ocurriera se repetiría en 2014 lo que
sucedió en 1992, cuando tras la caída de Collor fue designado
presidente su vice, Itamar Franco, quien gobernó hasta 1995.
DCP/ACZ
08/08/2015 16:32
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