Por Darío Pignotti
BRASILIA, 15 (ANSA) - "Después de la marcha del domingo Dilma
quedará más débil, la marcha va a dejarla prácticamente sin
condiciones de gobernar y creemos que va a minar su
gobernabilidad", pronosticó el diputado opositor Eduardo
Bolsonario, sobre la protesta de mañana contra la mandataria
brasileña. Bolsonaro es uno de los convocantes a la movilización que
mañana se realizará en varias ciudades de Brasil para exigir la
salida de la presidenta Dilma Rousseff a través de un juicio
político. "Estamos llamando a todo el mundo para que el domingo salga
ordenadamente, con sus familias; con la presión de la gente de
bien de este país vamos a poder acelerar el impeachment para
acabar con este gobierno democrático de fachada, esta mujer es
comunista". "La gente está harta del gobierno más corrupto de la historia
del país que engaña a la gente pobre con el asistencialismo
barato y perjudica a los emprendedores", observa el legislador
del Partido Social Cristiano. Durante la entrevista con ANSA en su despacho del Congreso,
el diputado Bolsonaro repitió dos veces la frase "Sin el pueblo
en la calle el Congreso no reacciona, si logramos hacer que
reaccione pronto tendremos el impeachment". Todo el sistema político brasileño aguarda lo que ocurra
mañana en las calles de San Pablo, Rio de Janeiro, Brasilia y
otras ciudades importantes, porque, como dice el congresista
Bolsonaro, las calles serán el barómetro del futuro de Rousseff.
Y también lo serán de la oposición. Si la movilización reúne cerca de tres millones de
indignados, podría ser un golpe serio, acaso letal, para el
gobierno del Partido de los Trabajadores con una popularidad del
8 por ciento según una consulta realizada por Datafolha este
mes.
El mismo sondeo registró un repudio del 71 por ciento y un 66
por ciento de ciudadanos que respaldan el juicio político contra
Rousseff, un tres por ciento más que en otra consulta realizada
en abril. Si la convocatoria no llegara a los 300 mil o 400 mil
ciudadanos movilizados, Rousseff habrá garantizado la sobrevida
de su joven segundo mandato iniciado el 1 de enero de este año.
Sobrevida que no equivale a decir estabilidad sólida hasta el
fin del mandato en diciembre de 2018. En las tiendas opositoras, con el Partido de la
Socialdemocracia Brasileña a la cabeza, toman en cuenta lo
ocurrido en las dos movilizaciones anteriores, una en marzo y
otra en abril. Observan que la multitudinaria concentración del 15 de marzo
no se replicó en abril, cuando hubo buena participación, pero
bastante menos concurrida que la primera. Saben los adversarios de Rousseff que si no repiten la
perfomance de marzo corren el riesgo de poner en duda su
capacidad de convocatoria y esto llevaría agua al caudal del
Planalto.
En los últimos días la ira hacia Dilma parece haber menguado
según lo que observan los entendidos en comportamiento político
y redes sociales.
Los analistas indican que la convocatoria a esta marcha sería
menos entusiasta de lo que fue la realizada en marzo, pero no
descartan que haya un rebrote de última hora este sábado. A los indicadores sociológicos y conductuales se les puede
añadir la evolución del cuadro político en la ultima semana
cuando Rousseff logró recomponer relaciones con el poderoso jefe
del Senado, Renán Calheiros. La reconciliación entre el gobierno y Calheiros contó con la
colaboración del ex mandatario Luiz Inácio Lula da Silva
Lula encabezó el viernes por la noche un acto en Brasilia
donde los oradores hicieron una defensa de Dilma unida al
repudio a un eventual "golpe". Además hoy mantendrá un encuentro con Rousseff, de quien es
el principal consejero y soporte político. La presencia en Brasilia del aún popular Lula, a pesar de que
perdió aprobación, robustece a una Dilma desacreditada por la
población y sin ascendente sobre la clase política. Con Lula jugando el papel de virtual ministro sin cartera, el
gobierno recobró presencia y se logró mitigar la hostilidad del
Congreso, donde un importante número de parlamentarios, como
Eduardo Bolsonaro, están trabajando para el juicio político de
Rousseff.
Además de restablecer puentes con el Legislativo, esta semana
Dilma invitó a cenar a ministros del Supremo Tribunal Federal,
quienes emitieron una resolución que obstaculiza el debate sobre
el "impeachment" en el Parlamento. Esta recomposición de los canales de diálogo con los poderes
Legislativo y Judicial redundan en una mayor capacidad de
resistencia del Ejecutivo al impacto de la marcha de mañana. Otro ingrediente que llevó una relativa confianza al Palacio
del Planalto fue la posición contra el juicio político de las
principales cámaras industriales del país, la Confederación
Nacional de la Industria, la Federación de Industrias del Estado
de San Pablo y la Federación de Industriales de Rio de Janeiro.
Gracias a este escenario aparentemente menos crispado, el
mercado cambiario dio señales de distensión el viernes, cuando
el dólar bajó 1,04% dejando atrás días de estrés influenciados
por la incertidumbre política.
DCP-AGR/ACZ
15/08/2015 17:07
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