Por Darío Pignotti
BRASILIA, 3 (ANSA) - La suba de casi el 4% de la Bolsa de
Valores de San Pablo en el cierre de ayer viernes es una señal
de aprobación por parte de los mercados al nuevo gabinete
anunciado por la presidenta Dilma Rousseff: sin embargo, el
primer test político clave de esa reforma tendrá lugar la
próxima semana. El Congreso someterá a discusión varias iniciativas
consideradas cruciales para un gobierno golpeado por varias
crisis simultáneas y amenazado por el fantasma del "impeachment"
contra la Jefa de Estado. Rouseff lo dijo claramente en su discurso de ayer al
presentar el nuevo equipo de ministros: el cambio de gabinete
respondió a la necesidad de lograr "estabilidad política" para
un gobierno que en sólo nueve meses de vida enfrenta una
reprobación del 69%, la fractura de la alianza de partidos
oficialistas y una recesión del 2,8% prevista para 2015. Curiosamente el juicio por impedimento es impulsado por
decenas de congresistas del Partido Movimiento Democrático
Brasileño (PMDB), que integra la coalición gobernante junto al
Partido de los Trabajadores (PT) de Dilma Rousseff y su
antecesor Luiz Inácio Lula da Silva. "Buscamos el objetivo de consolidar nuestra base política
intentando tener una mayoría (en Parlamento) a través del cambio
de algunos puestos en los ministerios. Con esto estamos
convirtiendo a nuestra coalición más equilibrada", aseguró
Rousseff. Rousseff hizo estas declaraciones acompañada en el Palacio
del Planalto por el vicepresidente Michel Temer, del PMDB, que
hace dos semanas declaró improbable que la mandataria concluya
su mandato, agregando por otra parte que está dispuesto a ser
quien encabece un eventual movimiento de "unidad nacional" post
Rousseff. El viernes Dilma explicó que dar más cargos al PMDB en el
gabinete (tenía seis ministerios y pasó a siete, en el marco de
un total de carteras que pasó de 39 a 31) es una medida política
"legítima en un gobierno de coalición, hecha a las claras. Se
trata de una articulación política para generar un ambiente de
diálogo". Ahora bien, el nuevo pacto de Rousseff con el PMDB sólo
mostrará su consistencia política a partir del lunes, cuando
reinicie sus actividades el Legislativo donde serán analizadas
iniciativas vitales para el ajuste económico en curso en el
país.
Entre estas medidas figura la suspensión del aumento de cerca
del 40% de los empleados del Poder Judicial además de otras
iniciativas relativas al sistema previsional y el debate sobre
el cobro del impuesto al cheque, conocido como Contribución
Provisoria de Movimientos Financieros (CPMF). El flamante ministro de Salud Marcelo Castro, también del
PMDB, declaró poco después de asumir que va a "batallar" para la
aprobación de ese tributo considerado por otra parte
"indispensable" por el titular de Hacienda, Joaquim Levy. A través de la CPFM se obtendrán recursos para financiar a la
salud y aminorar el gasto público, premisa central del programa
de austeridad diseñado y conducido por Levy, que fue confirmado
en su cargo. Pero no todos los parlamentarios del PMDB parecen coincidir
con los ministros de ese mismo partido: el resultado de esa
pulseada entre "pemedebistas" se conocerá con el reinicio de las
deliberaciones la semana entrante. Por lo pronto Dilma, que logró una victoria provisoria el
viernes con el lanzamiento de su nuevo gabinete, anticipó que no
le temblará el pulso para seguir adelante con el "drástico corte
de gastos" paralelamente a la reducción de erogaciones. Y no se descarta que pueda volver a reunirse con ministros
como lo ha hecho habitualmente desde principio de año, ya que el
viernes por la noche se anunció la postergación de una visita a
Colombia, inicialmente agendada para este domingo. Es posible que Rousseff cite a sus colaboradores para
analizar estrategias futuras que garanticen el éxito de un
programa al que define como una "travesía" de austeridad hasta
recuperar la senda del "crecimiento y el desarrollo".
DCP/ACZ
03/10/2015 20:21
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