Por Darío Pignotti
BRASILIA, 26 (ANSA)- El gobierno de la presidenta brasileña,
Dilma Rousseff, quedó paralizado y sus iniciativas en el
Congreso suspendidas, tras la prisión del senador Delcidio
Amaral, jefe de la bancada oficialista en la Cámara Alta,
acusado de obstruir las investigaciones judiciales de corrupción
en el escándalo del "Petrolao". Rousseff recibió hoy al gobernador de Pernambuco en el
Palacio del Planalto pero no realizó declaraciones a la prensa
que desde el miércoles aguarda su pronunciamiento sobre la
detención del senador Delcidio Amaral, uno de los legisladores
más próximos a su gobierno. El opositor partido Demócratas expresó su repudio al nuevo
escándalo "más grave de la historia" y acusó a la mandataria de
haberse escondido para no hacer frente al costo que supone este
revés político. Asesores de la mandataria admitieron preocupación ante el
riesgo de que con la salida de Delcidio Amaral como jefe del
bloque oficialista se paralicen los proyectos de ley enviados
por el Ejecutivo, considerados cruciales para el gobierno. La caída del ahora detenido congresista Amaral, del Partido
de los Trabajadores, ocurre cuando restan dos semanas para que
concluyan las actividades del Legislativo cuando todavía no fue
aprobada la revisión de la meta de superávit fiscal, una norma
imprescindible para la aprobación del presupuesto de la Unión. "Este escándalo paró todo otra vez, el gobierno quedó con las
manos atadas para lograr avances en el Congreso causando
preocupación en los inversores y en el mercado. El gobierno
quedó más débil y eso que ya estaba débil", afirmó hoy el
economista Alexandre Schwartsman, ex funcionario del FMI y el
Banco Central brasileño. "Volvieron los problemas de una vez porque lo que pasó ayer
(prisión de Amaral) trae problemas políticos al gobierno, y otra
vez afecta a la mayor empresa del país que es Petrobras con su
extraordinario tamaño", agregó. "Esto está causando muchos interrogantes con lo que pase en
los próximos meses con un país en recesión y una inflación que
el Banco Central no puede controlar", dijo el economista.
Este nuevo capítulo de la crisis que se inició prácticamente
con la asunción de Rousseff, en su segundo mandato, en enero
pasado, ocurre cuando el Planalto suponía que comenzaban a
disiparse los problemas. En las últimas semanas los dirigentes opositores que
respaldan el juicio político enfrentaron cuestionamientos de la
opinión pública y en la Justicia, donde algunos de esos
dirigentes son sospechados de lavado de dinero y cobro de
sobornos.
Por tanto cuando el oficialismo imaginaba que la situación
estaba mejorando, aunque más no sea levemente, el Supremo
Tribunal Federal ordenó el miércoles la prisión del senador
oficialista Amaral, pese a que goza de fueros privilegiados. La Corte lo acusó de la supuesta obstrucción de las
investigaciones del "Petrolao". Una dimensión de este nuevo momento de la crisis está en que
el Supremo mandó a arrestar Amaral a riesgo de desatar una
crisis con el Poder Legislativo. Este fue un hecho sin antecedentes desde que Brasil retornó a
la democracia y se restableció la división de poderes. Ocurre que las evidencias de las maniobras de Amaral son tan
rotundas que los jueces no tuvieron más remedio que ordenar a la
Policía Federal que lo arreste. El propio partido gobernante, el Partido de los Trabajadores,
reiteró hoy que no dará respaldo al senador Amaral ante las
pruebas de que intentó montar un plan para que uno de los ex
ejecutivos de Petrobras huya de Brasil en un avión particular y
se asile en España. Ese plan, que contaría con el financiamiento del banquero
André Esteves, fue propuesto por el senador oficialista Amaral a
la familia del ex funcionario de Petrobras y quedó registrado en
un grabador oculto.
DCP-ADG/ACZ
26/11/2015 19:01
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