Por Darío Pignotti
(ANSA)- BRASILIA, 4 MAR - Un predestinado: hace 14 años el
juez Sergio Moro escribió un ensayo sobre el caso "Mani Pulite"
en Italia, una causa que él mismo recreó, adaptándola a Brasil a
partir de 2014 con el mega proceso por la corrupción en
Petrobras que hoy tuvo su punto más alto con el allanamiento de
la casa y las oficinas del ex presidente Luiz Inácio Lula da
Silva. "Consideraciones sobre la Operación Mani Pulite (manos
limpias)" es el título del trabajo académico de Moro, que entre
sus conclusiones señala que "es innegable que fue una de las más
exitosas cruzadas judiciales contra la corrupción política y
administrativa". El grado de promiscuidad política en Italia, señala el texto,
llegó a tal grado que para resumirlo "podemos servirnos de la
expresión del procurador Antonio Di Pietro cuando la llamó
Democracia Vendida". Sergio Moro es un joven juez de primera instancia de la 13
Sala Penal Federal de Curitiba, en el sureño estado de Paraná,
que gracias a su estilo implacable se convirtió en un personaje
admirado nacionalmente. El magistrado, una suerte de Antonio di Pietro a la
"brasileña", fue elegido el año pasado como una de las figuras
de la vida nacional junto a dos actores de telenovelas por la
cadena Globo de TV. Y fue Moro la persona más vivada y aplaudida en las
movilizaciones masivas que se realizaron contra Lula, el PT y la
presidenta Dilma Rousseff que se realizaron en 2015. Incluso hubo miles de manifestantes que lucieron camisas con
el rostro del juez y quienes corearon su nombre para presidente
de la República. Que nadie dude que el juez volverá a ser enaltecido por el
público el domingo 13 de marzo cuando la oposición convocó a una
movilización de todo el país contra Lula y por el "impeachment"
de Rousseff, que seguramente aumentará su concurrencia tras los
hechos de este viernes. En su estudio sobre como el fiscal Di Pietro acabó con el
sistema político que había imperado en Italia desde la
postguerra, Sergio Moro dedica todo un capítulo al instituto de
la "delación premiada". Reconoce que se trata de una herramienta que tiene
detractores y defensores, pero llega a la conclusión de que
gracias a ella se logró quebrar la lealtad entre mafiosos y
políticos, haciendo brotar las confesiones. En su traslación "tropical" la delación premiada aplicada al
caso "Petrolao" demostró ser muy eficaz para refrescar la
memoria de los altos gerentes de la petrolera que amasaron
fortunas por el cobro de sobornos de las grandes empresas
constructoras. Dos casos centrales son los ex ejecutivos Paulo Roberto Costa
y Néstor Cerveró, que luego de pasar un par de meses en las
celdas de Paraná confesaron todo y ya gozan de libertad
condicional en sus amplios departamentos frente a las playas más
caras de Rio de Janeiro. Moro, a través del megaproceso conocido como Lava Jato
(Lavado Rápido), ya demostró la arquitectura de corrupción que
vinculó al oficialista Partido de los Trabajadores, ejecutivos
de Petrobras y empresas constructoras. Pero con el traslado a la fuerza de Lula a declarar a la
Policía Federal de San Pablo dejó claro que quiere ir hasta el
hueso: o sea el núcleo político de la trama de ilícitos. Espera demostrar que fue Lula, el mayor dirigente de la
izquierda brasileña, el responsable último de ese engranaje que
empieza a desmoronarse como un castillo de naipes. Lula y el PT niegan todo, y hasta ahora no fue roto el
silencio de José Dirceu, el ex hombre fuerte del gobierno de
Lula preso el año pasado bajo la acusación, renovada hoy por los
fiscales, de ser quien orquestaba el nombramiento de altos
ejecutivos en Petrobras. Y a partir de allí el traspaso ilegal de dinero para el PT y
para sus campañas electorales. Si logra romper la lealtad entre la vieja guardia del PT y
Lula, y aportar pruebas de que ellos se beneficiaron con el
dinero manchado de petróleo, Sergio Moro habrá finalmente
alcanzado su objetivo personal nunca confesado: ser el Antonio
Di Pietro de los trópicos.
DCP/ACZ
04/03/2016 16:02
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