(ANSA)- BRASILIA, 12 ABR - Un muro metálico de 1 kilómetro de
extensión en el centro de Brasilia separa las marchas de los que
respaldan y de los opositores de la presidenta de Brasil, Dilma
Rousseff, mientras polarización e intolerancia crecen sin pausa. Las autoridades admiten que si no se refuerzan los controles
puede haber enfrentamientos campales entre los bandos en un
clima de creciente tensión.
Incluso las Naciones Unidas (ONU) expresó su preocupación y
la gobernación de Brasilia promete redoblar esfuerzos para
"impedir muertes". Empleados de la gobernación brasiliense y presos procedentes
de la cárcel de Papuda están trabajando a marcha forzada gracias
a lo cual este martes la pared metálica gris ya se extendía
desde la Catedral Metropolitana hasta el Congreso, lo que
significa un avance de unos 800 metros a lo observado el
domingo. La pared metálica debe extenderse hasta la Biblioteca
Nacional y completar los 1000 metros.
Bajo el sol casi vertical de esta ciudad ubicada cerca del
paralelo 15 de latitud sur y soportando un calor que al mediodía
supera habitualmente los 30 grados decenas de hombres, muchos
con la cabeza cubierta con pañuelos o sudaderas, han colocado
las placas metálicas de 2 metros de alto, junto a las cuales se
pusieron unas vallas de menos de un metro. Ayer, mientras sesionaba la Comisión que votó a favor del
impeachment, ya hubo un ensayo de lo que serán las
manifestaciones de los próximos días: un centenar de campesinos
sin tierra de bermudas y sandalias caminaron por el andarivel
norte de la avenida principal, el Eje Monumental, hasta el
Congreso en defensa de Rousseff, cuando corearon "No va a haber
golpe, va a haber lucha". La gobernación de Brasilia comunicó, a través de su
Secretaría de Seguridad y Paz Social, que erigir una separación
metálica de esa magnitud, movilizar 4.000 policías militarizados
apoyados por helicópteros, tiene como "prioridad evitar que haya
muertos , para nosotros la vida de las personas tiene que ser
preservada" . Por su parte la ONU observa la evolución de los hechos y
considera que "no parece haber perdido fuerza el clima de
tensión, por lo que continuamos preocupados". "Estamos siguiendo de cerca la situación en Brasil" dijo
Ravina Shamandasani, portavoz del Alto Comisariato de Derechos
Humanos de esa organización. El gobernador de Brasilia, Rodrigo Rollemberg, reconoció
estar "bastante preocupado" con el riesgo de choques y solicitó,
sin éxito, al presidente de Diputados Eduardo Cunha que no
realice la sesión final del juicio político el domingo. Rollmeberg considera que si esa votación fuera un día de
semana habría menos público en las marchas. Según estimaciones oficiales unas 350.000 personas marcharán
a cada lado del vallado en lo que sería más numerosa
concentración de esta capital futurista fundada hace 55 años y
en los años 70 fue declarada patrimonio cultural de la
humanidad. Por cierto las formas osadas del trazado urbano que asemeja a
Brasilia a un pájaro con su pico hacia el este, ahora quedaron
alteradas con ese eje en sentido Oeste-Este colocado para que el
gran cantero central de la ciudad, de 200 metros de ancho, no
se transforme en un campo de batalla. Roberto Caldas, presidente de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, dijo que "vi un clima de intolerancia y
agresividad social que tiene que ser corregido antes de que
tengamos que lamentar una situación muy seria". Hoy se anunció que algunas centenas de campesinos y
sindicalistas fueron trasladados al gimnasio Nilson Nelson, a 2
kilómetros del Congreso, donde montaron tiendas de campaña y
cocinas colectivas. "Vinimos desde varias parte del país para hacer una vigilia y
demostrar a los golpistas que tenemos fuerza, si dan el golpe y
colocan a Michel Temer en el gobierno no les vamos a dar
sosiego" declaró Alexandre Conceicao, vocero de los sin tierra
acampados desde el domingo en Brasilia. En los carriles al sur de la ancha avenida brasiliense se
realizan las movilizaciones por el fin del gobierno del PT.
En las columnas opositoras predomina el color amarillo de la
camisa de la selección y la consigna más frecuente es "Fuera
Dilma" y la entonación del himno nacional. Las diferencias entre los grupos van más allá de lo
cromático. Según la observación de ANSA entre los que usan el rojo
predominan las personas vestidas de forma sencilla, y se ve un
número importante de ciudadanos negros, pardos o mulatos, aunque
no es posible precisar si son mayoría. Doscientos metros más al sur del muro, en las columnas
opositoras se constata, a primera vista, una mayoría de
ciudadanos blancos, posiblemente de clase media o media alta.
Esto surge no sólo de lo registrado en estos últimos días
sino de la observación realizada en varias concentraciones
anti-dilma cubiertas por esta agencia desde 2015. Mientras los sin tierra prometen quedarse por tiempo
indeterminado en Brasilia y enfrentar lo que ellos llaman golpe,
entre los que quieren la salida de Dilma se constata el rechazo
a todo lo que esté ligado con el PT . Nadie usa ropas rojas en el lado sur del muro de Brasilia y
quien lo hace es advertido de que no es bien visto. La periodista Cristiana Lobo, del grupo Globo, comentó que
fue criticada por varias personas de su entorno porque la funda
de su tableta es de color rojo.
DCP-ADG/ACZ
12/04/2016 20:32
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