Por Darío Pignotti
(ANSA) - BRASILIA, 18 ABR - Luego de sufrir una apabullante
derrota en Diputados el domingo, Dilma Rousseff amaneció hoy
como una presidenta nominal, que está en el cargo pero sin poder
y Michel Temer, su eventual sucesor, no exhibe credenciales
suficientes para aplacar la crisis. Al contrario de lo que ocurrió la semana pasada cuando
prácticamente cada día encabezó un acto con sectores de la
sociedad civil en el Palacio del Planalto, este lunes Dilma
Rousseff prefirió permanecer en su gabinete, en el primer día
después de que Diputados aprobó el "impeachment" en su contra. La presidenta del Partido de los Trabajadores (PT) fue
aplastada ayer en la Cámara baja donde la oposición se impuso
por 367 votos contra 137, dejándola al borde del precipicio
político. Prácticamente nadie, incluso quienes están en su entorno
político, espera que Rousseff logre revertir tamaño traspié y
retome el timón del gobierno y el Estado. De cierta forma Brasil amaneció hoy acéfalo con una
mandataria vaciada de poder, a quien no le responde el
Parlamento y su gabinete está de hecho atrapado en la inacción
debido a que no hay más expectativa de futuro. Nadie considera razonable apostar a que Rousseff podrá
impedir que el Senado, donde hoy se recibían las actas del
"impeachment", descarte abrir un proceso contra la presidenta. Y si esto ocurre, probablemente en mayo, automáticamente
quedará fuera del Planalto con licencia obligatoria de hasta
seis meses en los que seguirá siendo presidenta pero sin
funciones, cobrará la mitad del salario y continuará residiendo
en el Palacio de Alvorada. A poca distancia de la mansión presidencial reside el
vicepresidente Michel Temer, en el Palacio de Jaburú, hacia
donde se dirigió la atención periodística este lunes, para
informarse de quienes visitan al eventual futuro mandatario. Y descubrir como será su gabinete, en el que seguramente no
quedará ninguno de los ministros de Dilma. El probable desembarque de Temer en el Planalto es resultado
de una crisis política, económica y ética que demolió las bases
de sustentación del actual gobierno, el cuarto del Partido de
los Trabajadores. Por cierto Temer no será investido como presidente en mérito
a popularidad o peso electoral: la última vez que fue candidato
individualmente, en 2006, obtuvo menos de 100 mil votos para
ocupar una banca en la Cámara Baja, un caudal pobre en un país
de 204 millones de habitantes y unos 120 millones de electores. Según una encuesta publicada hoy por el diario Folha de San
Pablo el dirigente del PMDB tiene un alto rechazo del 68% en el
público oficialista, que ayer se reunió en el Valle de
Anangabahu, en el centro de la ciudad..
Que sea mala la imagen de Temer entre los seguidores de Dilma
es comprensible, pero no que también sea rechazado por el 54% de
los ciudadanos que ayer colmaron la Avenida Paulista, al grito
de "Fuera Dilma". El propio Temer dijo ante allegados el domingo por la noche,
que no será sencillo encarrilar a un país afectado de múltiples
crisis, mientras intenta formar un gabinete donde no cuenta con
una carta blanca del poderoso Partido de la Socialdemocracia
Brasileña, del ex presidente Fernando Henrique Cardoso. Aécio Neves, el titular de la agrupación socialdemócrata,
declaró hoy que pondrá condiciones para aportar dirigentes a la
gestión de Temer. Paralelamente desde el sector financiero se recibió de buen
grado el principio del fin de la era Dilma-PT, pero se aguarda
que Temer responda a sus expectativas con el nombramiento de un
ministro de Hacienda avalado por el mercado. Es decir la transición del "dilmismo" al "temerismo" se
asemeja más a un campo minado que a los "puentes hacia el
futuro", que es el nombre del plan de gobierno elaborado por el
actual vicepresidente.
(ANSA).
DCP/MFI
18/04/2016 20:27
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