Por Marcos Romero
CIUDAD DE MEXICO, 15 (ANSA) - Acostumbrados a oficiar misa y
a impartir la comunión entre los fieles, en medio de cánticos y
plegarias, tres sacerdotes decidieron despojarse de sus hábitos
oscuros y colocarse máscaras de luchadores para repartir golpes
y patadas sobre un cuadrilátero. Bajo nombres de batalla poco edificantes como "El Fariseo" y
"El Angel Negro" u otros más propios de su misión sacerdotal
como "El Siervo", los religiosos se enfrentan entre sí, como una
metáfora de la batalla permanente entre el bien y el mal, para
ayudar a las personas pobres en la sufrida Ciudad Juárez, en la
frontera con Estados Unidos. Con la convicción de que "hasta en estos espacios se puede
encontrar a Dios", los religiosos participaron el 28 y 29 de
septiembre pasado en una función de la tradicional lucha libre
mexicana en la Kermess anual del Seminario Conciliar de Ciudad
Juárez. "El Angel Negro", que en realidad se llama Hugo Muñoz, de 54
años, que desde hace 19 años oficia misa en la parroquia San
Lucas Evangelista, en el barrio Francisco Sarabia, un sector
marginado de Juárez, señala que "el mal está personificado por
la drogadicción, el alcoholismo y las pandillas". El religioso señala que desde hace 10 años tiene un gimnasio
con el que busca alejar a los jóvenes de la delincuencia y
expone que decidió combatir en el bando de los "rudos" porque la
gente se identifica más con ellos, a pesar de que a todos dicen
gustarle los "técnicos". El padre Istibal Valenzuela, "El Fariseo", de 40 años, quien
desde hace tres meses lucha por rescatar el Templo de San Isidro
Labrador, incendiado en 2008 en el Valle de Juárez, y usa una
máscara blanca, recuerda que de niño admiraba a los grandes de
la lucha libre como El Santo y Mil Máscaras. Valenzuela estima que la lucha libre "es una enseñanza y
también es como una metáfora del combate espiritual porque en
nuestro interior hay ángeles y diablitos, rudos y técnicos". De niño su papá lo llamaba "Fariseo" cuando "ponía cara de
hipócrita para conseguir lo que quería", por lo que adoptó ese
sobrenombre, recuerda. Entre los luchadores han también seminaristas que al final
participan en un espectáculo llamado "Royal Rumble", donde se
enfrentan "todos contra todos". Juan José Orona, rector del seminario conciliar de Ciudad
Juárez, dijo que la lucha libre es "una esperanza deportiva" y
busca ayudar a los estudiantes a una "formación integral". Este año la función tradicional de lucha donde participan
sacerdotes, que tiene cinco años de haberse iniciado, lleva por
título "Juntos somos una gran Familia". Los sacerdotes se enfrentaron con gladiadores verdaderos como
"Pagano" y "Aéreo", con quienes ya han luchado y quienes no
tienen alguna misericordia en aplicar sus complicadas llaves y
golpes sobre el ring. El dinero obtenido en la función, que suele atraer a cientos
de aficionados y feligreses, se destinó al comedor infantil del
barrio Fronteriza Baja y al orfanato de Fray Tormenta, un
sacerdote mexicano retirado que fue también luchador profesional
y ayuda a niños desamparados. El presbítero Alberto Castillo, uno de los organizadores de
la función benéfica, dijo que el Seminario Conciliar de Ciudad
Juárez se construyó "a base de kermeses y así luego de 52 años
seguimos con esta bella tradición".
"El objetivo de estos festejos ha sido, abrir las puertas del
Seminario a la comunidad y juntos cooperar con el sostenimiento
de la Casa de Formación de Sacerdotes en Juárez", indicó. Al bajarse del ring, los gladiadores "Ángel Negro" y
"Fariseo" enfrentan desde sus parroquias una lucha aún más
difícil por rescatar a su comunidad de la drogadicción,
pandillerismo y la violencia. El padre Valenzuela señala que también lucha "contra la mala
imagen" del Valle de Juárez, cercano a Ciudad Juárez, donde la
violencia mantiene atemorizada a la población y "contra la
psicosis porque la gente de Juárez tiene miedo de ir" a esa
región.
MRM/ACZ
15/11/2015 15:10
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