(ANSA) – CIUDAD DE MEXICO, 16 – El Papa Francisco hizo una pausa en su intenso trajín cuando casi finaliza su agobiante primera visita a México para acudir a almorzar a la casa de su anfitrión, el Arzobispo de Morelia, Alberto Suárez Inda, investido el año pasado como cardenal.
    En la casona colonial departió con quien es considerado el mexicano más cercano al pontífice y su amigo personal, aunque fue investido como purpurado no por esa cercanía, sino como símbolo de su preocupación por la violencia que azota a México desde 2006 pues Morelia no es una tradicional sede cardenalicia.
    Los alimentos degustados por el Obispo de Roma y su séquito de 20 miembros y los obispos auxiliares fueron servidos en una vajilla de barro fundido, una obra maestra de los artesanos de Capula, a las afueras de Morelia.
    El menú consistió en risotto, verduras asadas, sopa y pescado blanco, que es típico del Lago de Pátzcuaro, una ciudad cercana a la capital de Michoacán, además de una entrada del mexicanísimo aguacate (palta).
    También disfruto los típicos postres de Michoacán, famosos en el país entero: el "ate moreliano", una especie de jalea de frutas y chongos zamoranos, de sabor parecido al dulce de leche, así como nieve de pasta.
    La comida con el papa ocurrió un poco antes de la esperada visita de Francisco a la catedral de Morelia, donde tenía previsto reunirse con rectores de 14 universidades y un encuentro ecuménico con seis dirigentes de religiones diversas.
    Más tarde se esperaba la misa masiva con miles de jóvenes y la entrega de las llaves de la ciudad por el alcalde Alonso Martínez. MRM-ADG/MRZ
16/02/2016 21:40