Por Ida Bini
ATENAS, 18 (ANSA) - Atenas, la primera capital democrática
del mundo, no se rinde a la crisis económica y social que está
afectando a toda Europa, sino que sigue creciendo y proponiendo
una inesperada vivacidad cultural. La austeridad económica se ve sobre todo en las calles de los
barrios más populares, donde los artistas callejeros cuentan la
crisis a su modo. Caótica y pasional, Atenas alberga un continuo semillero de
gente, razas y etnias que seduce por su capacidad de mezclar con
sabiduría el mundo occidental y el oriental, la cultura clásica
y la moderna. El paseo puede comenzar en la céntrica plaza Syntagma, un
gran cuadrado rodeado de hoteles de categoría en estilo
neoclásico y cerrada en su lado norte por el parlamento,
donde cada día los evzones -guardianes- exhiben su
teatral danza marcial. Grupos de protesta y músicos callejeros se turnan en la
plaza. Enfrente se yergue la colina de Licabeto, que dibuja el
perfil de la capital, donde está el pequeño pero atractivo museo
de arte cicládico. A espaldas de la gran plaza, en cambio, se alza
la colina -chata en la cima- más famosa de la capital: la
Acrópolis.
La llaman también la "roca sagrada", un museo a cielo abierto
que fue durante milenios faro de la humanidad, asaltada primero
por soldados turcos y venecianos y ahora por turistas de
todo el mundo que se fotografían frente al Partenón. Sin embargo el mejor lugar para gozar de la vista del
Partenón es desde la adyacente colina de Philopappos, un oasis
de silencio coronado por un monumento funerario del siglo II
después de Cristo. Se accede desde la calle peatonal Dionysiou Areopagitou,
a lo largo de la cual se halla el Museo de la Acrópolis, obra
del arquitecto suizo Bernard Tschumi, que sobre tres pisos supo
simular con un sabio juego de luces el ascenso al Partenón
en la época de Pericles. También está el anfiteatro de Dionisos, el más antiguo del
mundo, y el majestuoso odeón dedicado a Herodes Atico, donde aún
se realizan espectáculos a la luz de la luna. No muy lejos se entra en el barrio de Anafiotika, que parece
un pueblo de las Cícladas con sus cafés al aire libre y las
callecitas pintadas de blanco. Desde aquí se llega al laberinto de pasajes, escalinatas
e iglesitas de Plaka, el primer núcleo ateniense, bello y
escenográfico con la Torre de los Veinte, los restos
del Agora romana y las casas de fines del siglo
XIX reestructuradas con vista al Erecteón. El barrio está rodeado por los restos de una gran ciudad:
el Areópago, los tribunales en tiempos de Sócrates; el Arco de
Adriano y el Agora antigua, sitio arqueológico flanqueado
por la panorámica calle Adrianou. Un buen lugar donde descansar es el Klepsidra Café, en medio
del barrio favorito de los jóvenes atenienses. En la Plaka "alta", en cambio, merecen una visita el museo de
los instrumentos musicales populares y la Taverna Platanos, uno
de los restaurantes más antiguos de la ciudad. Junto a Plaka está el barrio de Monastiraki, con vestigios
helénicos y romanos junto a baños turcos, mezquitas y escuelas
coránicas. Sobre la avenida homónima se asoman la Biblioteca de Adriano,
la iglesia bizantina de la Pantanassa, la mezquita del Bazar y
la estación ferroviaria Liberty (ahora del metro) que a
principios de siglo unía Atenas con el Pireo. Los fines de semana hay un concurrido mercado de pulgas en
Avissinias, mientras en los bares de las cercanías hay
conciertos de música popular griega en vivo. El lado más popular de Atenas está entre la plaza Omonia y
Monastiraki, donde hay un vivaz mercado alimentario bajo una
construcción de fin de siglo que alberga pescaderías,
carnicerías y verdulerías. No muy lejos está el barrio de Psirí, transformado en los
años 90 por un grupo alternativo de intelectuales y hoy muy
cool, lleno de talleres, negocios y locales donde se toca
desde rock hasta el tradicional rebetiko, el blues griego.
GDC/ACZ
18/06/2015 21:56
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