Por Lorenzo Trombetta
ERBIL (KURDISTAN IRAQUI), 23 (ANSA)- Había una vez Irak:
lo que queda del Estado iraquí, levantado hace un siglo sobre
las cenizas del Imperio Otomano, soy hoy tres vastos territorios
-al sur, al noreste y al oeste- dominados por poderes
político-militares que reivindican legitimidad sobre
base tribal, confesional y nacionalista. A diverso nivel, estos territorios reciben apoyo de las
potencias regionales e internacionales interesadas en el reparto
de la rica torta energética iraquí. En esto, el Estado Islámico
(EI) es sólo uno de los actores de la lucha en curso por el
poder. La constatación emerge escuchando, de observadores locales y
representantes políticos de Erbio (capital de la región autónoma
de Kurdistán) y de Bassora ("capital" del sur iraquí de mayoría
chiíta), las interpretaciones de los hechos más recientes. Desde los relativos al ascenso del Estado Islámico (EI) hasta
la historia de los últimos 12 años, a partir de la invasión
angloestadounidense, con la consecuente caída del régimen
de Saddam Hussein en 2003. "Hoy combatimos contra el EI, mañana contra los chiítas",
afirmó -hablando con ANSA- un influyente empresario con base en
Erbil que prefirió no ser identificado. La referencia a los "chiítas" es al gobierno central de
Bagdad, percibido por varios sectores como una "longa manu" de
la política de Irán, país lindante con Irak por el este y
tradicionalmente interesado en ejercer influencia en
el vecino país árabe. "En los kurdos no se puede tener confianza. Trabajan
para los turcos", afirmó en Bassora un exponente político de la
Movilización Popular, la plataforma de formaciones paramilitares
creadas en el sur y el centro de Irak para frenar al EI. En Irak y en el exterior, estas milicias compuestas en su
mayoría por jóvenes chiítas son descritas como un brazo armado
iraquí de la República Islámica. "El EI dio a muchos jóvenes del Irak sunnita la fuerza de
tomar represalia sobre lo que muchos perciben que fue una
injusticia cometida en su contra", explicó un prelado
cristiano-caldeo que vive en Erbil. En las regiones centro-nor-occidentales de Anbar, Salahaddin
y Nínive los jihadistas del EI son parte integrante del tejido
social local. Desde 2003, pero en particular desde 2006, con la llegada del
gobierno de Nuri al Maliki -grato tanto a Irán como a Estados
Unidos- las élites políticas de las regiones de mayoría
sunnita se sintieron excluidas del poder central y
de la lucrativa gestión de los recursos económicos
del país. Superponer el mapa de pozos de petróleo y gas natural en Irak
sobre un mapa político del país ayuda a comprender las dinámicas
del conflicto en curso. La región de Kirkuk, disputada entre árabes y kurdos y hoy
entre el EI y los peshmerga (milicianos kurdos), está en el
centro de la disputa y lo estará en los años por venir
entre Bagdad y Erbil. Ambas entidades están enfrentadas por el reparto de las
ganancias obtenidas de la venta, mediante Kurdistán y Turquía,
del crudo de Kirkuk. También el agua está en el centro del debate. La línea del
frente entre peshmergas y jihadistas en la llanura de Nínive
podría pronto correr a lo largo de la línea del Tigris. Los kurdos se hallan todavía algunos kilómetros al este del
río, pero su intención -según fuentes militares peshmerga- es
llegar a la orilla oriental durante este año. Y la inmensa cuenta del lago de Hamrin, al nordeste de
Bagdad, será en cambio objeto de disputa entre el gobierno
central, Erbil y el Estado Islámico.
Z10/MRZ
23/06/2015 23:22
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