Por Luciana Borsatti y Mojgan Ahmadvand
TEHERAN, 7 (ANSA)- Irán se debate, en medio de las
negociaciones por la cuestión nuclear, también entre las dudas
que genera la infelicidad social de los iraníes, sobre todo
entre las capas más jóvenes de la población. Pocos días atrás, el propio ministro del Interior Abdolreza
Rahmani Fazli se refirió al problema: "Deberíamos trabajar mano
a mano" para hacer crecer esa felicidad, dijo, proporcionando
mejores estructuras y servicios. Es cierto, agregó, que "a veces hay visiones encontradas"
sobre el tema, pero el "Islam pone el acento en la felicidad de
las personas virtuosas". Y sugirió la promoción de programas
para el turismo y el deporte, por ejemplo, de modo de
prevenir "vicios sociales" como drogas y adicciones. En la misma línea se expresó el alcalde de Teherán, Mohammad
Bagher Qalibaf, político conservador y promotor de importantes
proyectos para la capital.
"Como administradores -dijo a los medios locales- deberíamos
esforzarnos en cambiar la sociedad y hacerla más serena". En el World Happiness Report de 2015, Irán figura en el
puesto 110 sobre un total de 158 países. El tema estuvo en el centro de varios debates, y en los
diarios se habla a menudo, así como de la depresión como
manifestación clínica difusa. Una condición a la que muchos jóvenes reaccionan -observan
algunos- aprovechando cualquier ocasión para salir a las calles
y festejar, aunque sea un acuerdo por la cuestión nuclear: los
cortejos de autos en la avenida Vali Asr tras el acuerdo de
Lausana no eran muy distintos de los que se vieron en las
recientes victorias de Irán sobre Estados Unidos en vóley. Algunos acusan además a la televisión pública de no favorecer
un clima de serenidad, ni siquiera en las fechas que deberían
ser festivas. Consultada por ANSA, la psicoterapeuta Shirin Ahmadi
indica que el malestar concierne a todas las franjas de edad:
en los adolescentes se expresa con formas más marcadas de
comportamientos típicos como la ruptura, pero las pocas
ocasiones de diversión fuera de casa los inducen
también a encerrarse entre computadoras y videojuegos. Hay descontento también entre los jóvenes adultos,
obstaculizados por la desocupación y los problemas económicos en
sus proyectos de independencia y matrimonio, aunque aumentan las
parejas que conviven (los llamados "matrimonios blancos"). Al
mismo tiempo, crecen los divorcios. Los jóvenes también sufren por las grandes diferencias
sociales, con muchas mujeres en busca más de dinero que de amor
en el matrimonio. "Desde la revolución de 1979 -cuenta Maryam, una profesional
de 46 años- hubo batallas sobre la música, en los primeros
tiempos prohibida también en los matrimonios y en las fiestas
privadas, mientras en televisión se veían sólo los mulá,
lamentos religiosos o dibujos animados japoneses". "Luego estuvieron los años de la guerra con Irak, los
mártires en el frente -de quienes aún se ven las efigies en las
calles-, los ataques químicos, los soldados que volvieron con
traumas psíquicos, las viudas, los muchos que dejaron el país
causando un vacío en las familias y el dolor de la pérdida
también entre ellos", agregó. No es todo: también pesan el clima de oposición con Estados
Unidos e Israel, y los temores por las amenazas de ataques
militares.
Junto a todo esto, existen las pequeñas y grandes
restricciones cotidianas: desde la obligación de usar velo hasta
la separación por sexos en el deporte: nada intolerable, pero
cuestiones que a la larga condicionan el humor. Si esta situación podrá cambiar o no con un acuerdo sobre la
cuestión nuclear en los próximos días, está por verse: "Desde el
punto de vista psicológico traerá al comienzo nueva energía
-asegura Maryam-, pero será el gobierno de Rohani lo bastante
fuerte como para responder a las expectativas?".
BOR/MRZ
07/07/2015 20:04
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