Por Marcos Romero
CIUDAD DE MEXICO, 16 (ANSA)- El laberíntico recorrido por la
cárcel de alta seguridad El Altiplano, a 90 kilómetros al oeste
de la capital, de donde escapó el peligroso delincuente Joaquín
"El Chapo" Guzmán, el sábado último, es lo más semejante a un
corto viaje por los círculos del infierno.
El gobierno permitió por primera vez a un grupo de
periodistas mexicanos y extranjeros, entre ellos el
representante de ANSA, entrar a la celda de Guzmán y recorrer el
centro penitenciario que presumía ser el más seguro de América
Latina hasta antes del espectacular escape del jefe del Cártel
de Sinaloa . La visita forma parte de una ofensiva de relaciones públicas
del gobierno del presidente Enrique Peña, urgido de credibilidad
y de restañar su imagen duramente impactada primero por la
desaparición de 43 estudiantes en septiembre del 2014 y ahora
por la fuga del hombre más poderoso en el mundo del crimen
organizado.
Una encuesta publicada hoy por el diario Reforma revela que
el 54% de los mexicanos duda que se haya escapado por un túnel y
cree que lo hizo "de otra forma" y el 65% atribuye su huída a la
incompetencia de las autoridades. El tenebroso complejo carcelario, supuestamente "a prueba de
fugas", inaugurado en 1991 y con capacidad para unos 700 reos,
se extiende en una planicie de unos 260.000 metros cuadrados en
la localidad de Almoloya de Juárez, estado de México, a pocos
kilómetros de donde nació el presidente Enrique Peña, en el
municipio de Atlacomulco. La celda número 20, del área de Tratamientos Especiales,
ocupada por el todopoderoso "Chapo", cuya fortuna es estimada
por la revista Forbes en más de 1.000 millones de dólares,
aunque expertos creen que la cifra es arbitraria porque es muy
difícil calcularla, es un pequeño reducto de dos por tres metros
en forma de "L". En ese lugar, descrito por el activista mexicano Flavio Sosa,
que estuvo ahí 10 meses, como "sórdido y brutal", se encuentran
los "peores entre los peores", lo que es mucho decir para una
cárcel que alberga a los reos acusados de los delitos más
reprobables que pueda tipificar el Código Penal. El calabozo es estrecho, húmedo, frío, un poco sucio y huele
a moho. Cuenta con una mesa pequeña, dos repisas, un perchero de
colores, una letrina y una ducha que es apenas un tubo que
sobresale de la pared, debajo de la cual, sobre el piso, se
advierte el hueco por el que se fugó el capo. En una de las paredes hay una ventana pequeña por la que sólo
se ve una alambrada y que permitía al célebre reo saber si era
de día o de noche. A la manera del famoso filme "Sueños de Fuga" (The Shawshank
Redemption), protagonizada por Tim Robbins y Morgan Freeman, "El
Chapo" bajó por ese agujero cuadrado hacia un descanso, entró en
un pequeño pasadizo vertical y luego volvió a bajar 15 metros,
para ingresar al pasadizo de 1,5 kilómetros que lo condujo a la
libertad, subiendo hacia una casa en construcción. En la celda aún se advierte el cuadro superior, de unos 10
centímetros de espesor, removido al final para la apertura del
túnel. Para llegar, hay que sortear unos 20 "filtros", lo que tarda
normalmente 30 minutos porque una puerta sólo se abre si se
cierra la anterior y el visitante debe mostrar cada vez su
identificación sobre un cuadro negro en el piso viendo hacia una
cámara o enseñarla a un celador protegido dentro de una cabina. El grupo con el que ANSA pudo ingresar a la celda, en un
corredor pequeño, una especie de sótano, incluye a cuatro
periodistas de medios extranjeros, que cuentan con apenas 2
minutos para echar una ojeada, tomar algunas fotos y observar el
sitio en el que estuvo encerrado más de un año "El Chapo". Al llegar al área de Cuidados Especiales, comienza la hora de
la cena y la encargada que lleva en un carrito la comida comenta
en voz alta "'La Tuta' quiere caldo tlalpeño", en referencia a
Servando Gómez, "La Tuta", uno de los jefes del Cártel de Los
Caballeros Templarios, detenido el 27 de febrero pasado. Casi de inmediato se asoma un hombre moreno, que
aparentemente es el mafioso, y grita hacia los periodistas, que
aguardan fuera de la celda de "El Chapo": "Buen provecho,
señores".
Otros reos célebres instalados en esta especie de "Alcatraz
mexicano" son José Luis Abarca, ex alcalde de Iguala, acusado de
la desaparición de 43 estudiantes en septiembre de 2014 y Héctor
Beltrán Leyva, ex jefe del cártel que lleva sus apellidos,
detenido el 1 de octubre de 2014. Al abandonar este complejo carcelario, donde todos los reos
pasan casi todo el tiempo aislados y sólo pueden convivir una
hora por día, se puede concluir sólo una cosa: de esta prisión
es imposible salir por la puerta principal, a menos que se
cuente con la complicidad de decenas de personas.
MRM/ACZ
16/07/2015 17:56
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