Por Maria Novella Topi
OSLO, 6 (ANSA) - Cuatro años después, jóvenes sobrevivientes
de la peor masacre en la historia de Noruega volverán mañana a
la pequeña isla de Utoya, donde el 22 de julio de 2011 el
extremista de derecha Ander Behring Breivik mató a sangre fría a
69 personas que asistían al campamento de verano de las
juventudes del Partido Laborista.
Unas horas antes, también ese día del verano boreal de 2011,
Breivik había matado a otras ocho personas tras colocar bombas
en el distrito gubernamental de Oslo, arrebatado por una furia
homicida que luego justificó con un deseo de eliminar a
cualquiera que pudiera transformar a su país en una nación
multicultural y abierta a los extranjeros. Este año, los jóvenes socialdemócratas -ahora conducidos por
Mani Hussaini, de 27 años, de origen kurdo-sirio y por lo tanto
encarnación de todo lo que Breivik quería combatir- decidieron
regresar a Utoya para el tradicional campamento de verano. Desde el día de la masacre a hoy, en Noruega se ha
desarrollado un debate sobre lo que debería convertirse en
Utoya, si en un lugar destinado para la memoria o que volviese a
ser esa isla para mostrar que alguien como Breivik no puede
impedir que los jóvenes hablen de política, sueñen con el
futuro, canten ante el fuego.
Muchas fueron las familias que declinaron la invitación para
ir a Utoya, explicando que "aún es demasiado pronto" para poner
un pie en la isla. Nueve de ellas incluso se negaron a que queden grabados los
nombres de sus hijos en el monumento de la masacre, un anillo de
acero gigante en el bosque. Mientras tanto, muchos de los sobrevivientes modificaron
hábitos, se presentaron a las elecciones, pudieron retomar con
mucho esfuerzo las actividades estudiantiles y políticas.
"Todos los que contribuyeron a reabrir Utoya, han escrito una
nueva página", aseguró uno de los jóvenes. La misma fuente añadió que "la nueva Utoya deberá ser un
lugar para recordar, aprender y cultivar el activismo político". A partir de mañana, alrededor de 1.000 jóvenes llegarán a
Utoya, donde se reconstruyeron algunos edificios, mientras que
otros fueron dejados deliberadamente como hace cuatro años y
ellos se ven agujeros de las balas disparadas por Breivik. El atacante fue condenado a 21 años de prisión -pena máxima
permitida bajo la ley noruega- y se ha quejado en reiteradas
ocasiones del trato "inhumano" recibido en la prisión. El mes pasado, se le permitió a Breivik inscribirse en la
Universidad de Oslo. Su idea es estudiar política desde su
celda.
TV-MZU/ACZ
06/08/2015 19:31
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