Por Graciela Cutuli
BUENOS AIRES, 19 (ANSA) - La Avenida de Mayo,
tradicionalmente "la calle más española" de Buenos Aires, le
hace un guiño a Dante Alighieri en uno de sus edificios más
emblemáticos, el Palacio Barolo, que permite subir
en poco segundos del Infierno... al Cielo. Los hermanos Miqueas y Tomás Thärigen, cuyo bisabuelo trabajó
en el edificio, realizan las visitas guiadas diurnas y nocturnas
por esta obra maestra de la arquitectura porteña, explicando su
inspiración en la Divina Comedia del gran poeta italiano. Las cifras hablan: el edificio mide 100 metros, como los 100
cantos que componen la Divina Comedia, y 22 pisos, como las
estrofas que componen cada canto de la obra.
"La planta baja y los dos subsuelos representan el
Infierno; el Purgatorio va del primer piso al 14, y el Paraíso
es la torre, de los pisos 14 a 22", enumera Tomás, que recibe
a las visitas vestido de época, como cualquier transeúnte
de los años en que se levantó el palacio. Los visitantes suben del Infierno al Purgatorio en ascensor,
y del Purgatorio al Paraíso a pie, por un estrecho pasadizo con
escaleras que llevan al punto más alto del edificio: el faro de
la torre, sobre el cual se ve alineada la Cruz del Sur en los
primeros días de junio, al anochecer. Pero la visita reserva, además de una historia de ribetes
misteriosos que incluye el proyecto de traer aquí las cenizas de
Dante -así lo querían Luis Barolo, que encargó el edificio, y
Mario Palanti, el arquitecto- para protegerlas de los
vaivenes de la Segunda Guerra Mundial. Ese proyecto nunca se concretó, pero una escultura de Dante
recibe aún a los visitantes en la entrada. Y, una sorpresa más,
un Dante de carne y hueso también se hace presente para recitar
los primeros versos de la Divina Comedia y sacarse fotos con
quienes recorren el edificio, acompañados por la suave
música de un violín. La subida al faro es el otro plato fuerte de las visitas
nocturnas, cuando su poderosa luz se cierne sobre los edificios
circundantes. Desde las ventanas de la torre, además, hay una
magnífica vista nocturna de Buenos Aires iluminada. La cúpula de vidrio, desde luego, no podía escapar al juego
numérico: es octogonal, en alusión al número que representa el
infinito. Pero además de los recorridos habituales, que incluyen un
brindis con copa de vino etiquetado "Palacio Barolo", una vez
por semana es posible tomar clases de tango en uno de los
salones del elegante edificio.
Esta es una de las experiencias más cautivantes para unir la
esencia de la danza porteña con el elegante marco del edificio
cuya cúpula está entre las más célebres de la ciudad y de la
Avenida de Mayo. Por otra parte, a las curiosidades del edificio se suma la
utilización de elementos masónicos: pisos de mosaicos blancos y
negros en damero, en alusión al Templo de Salomón, un dibujo de
estrellas cruzadas en el centro del atrio, las puntas de las
agujas del indicador de los pisos como compases.
Asimismo, los pisos de la blanca baja tienen motivos en
blanco, rojo y verde, que evocan la bandera italiana y la
nacionalidad de Dante. Además -recuerdan los hermanos Thärigen- el Palacio Barolo
tiene su edificio hermano en Montevideo, el no menos emblemático
Palacio Salvo, con cuyo faro debía tenderse un puente virtual
sobre ambas ciudades hermanas sobre el Río de la Plata.
GDC/MRZ
19/08/2015 15:56
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