SYDNEY, 23 (ANSA) - Las malas relaciones entre padres e
hijas pueden desencadenar en ellas problemas de imagen corporal
y trastornos de la alimentación como anorexia y bulimia, según
una investigación australiana. El estudio examinó una muestra de mujeres, diagnosticadas con
trastornos de la alimentación, sobre la percepción de sus
respectivos padres. Al presentar su trabajo, en la Conferencia Internacional de
Salud Mental de Surfers Paradise (Australia), el psicólogo John
Toussaint, de la Universidad Charles Sturt, lanzó un llamado a
los padres para que muestren frente a sus hijas modelos "body
positive". Según la investigación, el 42 por ciento de las pacientes de
entre 37 y 55 años tenía un padre híperprotector, mientras el 36
por ciento tenía un padre "distante". Sólo una de cada cinco
tenía padres que describía como "amorosos". Así surgió un vínculo entre el sentido de rechazo de parte
del padre y las mujeres que luchan por ser delgadas y sufren
bulimia (la necesidad incontrolable de ingerir alimento,
seguida de sentido de culpa y vómito autoprovocado). Hablan en cambio de un padre invasivo y demasiado protector
las pacientes de anorexia, que se manifiesta con el rechazo
total a la comida y desencadena graves equilibrios en la
nutrición. "La relación padre-hija puede ser el gatillo de desórdenes
alimentarios patológicos y depresión", dijo Toussaint. Sin embargo, las opiniones no son unánimes: para el
especialista Stephen Touyz, de la Universidad de Sydney, hay que
recorrer un "largo camino" antes de decir que los padres podrían
ser responsables de los trastornos alimentarios de sus hijas. Según Touyz, los pacientes anoréxicos son portadores de
un gen particular que los hace vulnerables al desarrollo de
problemas en la alimentación. El estrés y la conducta
alimentaria desencadenan la enfermedad en los portadores de
genes. Por su parte la bulimia tiene un vínculo genético con la
depresión. "No hay duda de que si hay una familia problemática o
estrés en la casa, es un factor que contribuye con un número de
desórdenes alimentarios, pero no el único", agregó Touyz. Una encuesta realizada en Australia reveló que la imagen
corporal era una de las tres principales preocupaciones de las
adolescentes de entre 15 y 19 años, y la principal para el 41
por ciento de ellas. Por su parte, Christine Morgan, de la Fundación Butterfly,
dijo que los padres deben enseñar a sus hijas cómo manejar el
desafío de las emociones, para que puedan afrontar el estrés
de la adolescencia.
"Necesitamos un modelo donde el valor sea la persona y no
cómo se ve", agregó Morgan, destacando que los padres no deben
ser acusados por los desórdenes psiquiátricos de sus hijos. "Los padres llevan una pesada carga tratando de cuidar
a una persona joven que no está bien", dijo Morgan. "Habiendo
trabajado con muchas familias diferentes, es una rara excepción
el padre que no quiere lo mejor para su hijo", añadió la
experta.
GDC-AGR/ACZ
23/08/2015 17:49
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