Por Rosanna Pugliese
BERLIN, 31 (ANSA) - Lo hacen "por dinero, no por
beneficencia", pero a menudo los italianos que acaban en el
tráfico de inmigrantes se ven empujados a ello, a su vez, por
desesperación: quizás han perdido el trabajo y acompañar a
extranjeros a pasar la frontera les permite ganar entre 500 y
1.000 euros, aceptando hacer un viaje por carretera. La crisis económica en Europa se cruza en otras palabras con
la migratoria: son muchos los ciudadanos italianos que han
acabado en la cárcel en Alemania acusados de contribuir a la
inmigración clandestina. "Aquí es un delito considerado aberrante", explica a ANSA la
abogado penalista napolitana Cristina Bianco -experta en tutela
de los derechos funtamentales y derecho penal europeo- quien
destaca el endurecimiento de la justicia alemana. Bianco ha seguido decenas de casos análogos, pero ha notado
cómo el número de italianos implicados está aumentando "de
manera vertiginosa". "Generalmente son jóvenes, aunque cada vez más a menudo
también personas de 50 años que han perdido el trabajo",
precisa.
"No tienen por otra parte antecedentes penales, o al menos
antecedentes específicos. Quizás han visto quebrar su pequeña
empresa", precisa, al destacar que el contacto con quienes
organizan los viajes de los migrantes 'sin papeles' ocurre por
lo general "de casualidad, entre una charla y otra en un bar". "Puede pasar que alguien pregunte 'estaría dispuesto a llevar
a gente a Munich por 800 euros más gastos?'. Las tarifas van de
los 500 a los 1.000 o 1.200 euros" y aumentan "con el número de
gente transportada", precisa. Los acuerdos se hacen para el último tramo del viaje de los
migrantes que han huído de su país hacia Europa. Los que en
Italia caen en esta trampa en general no tienen nada que ver con
la organización de los traficantes del país de salida. Y tampoco saben a lo que se arriesgan. Por lo general parten
de ciudades como Milán, Brescia, Vigevano, son personas que
viven en el norte de Italia, pero hay también de Roma, Nápoles,
incluso Sicilia. Viajan en automóvil, metiéndose a cinco
personas en el auto, aunque últimamente están aumentando las
furgonetas con 18 o 20 inmigrantes. Los medios de transporte son puestos a disposición por
terceras personas y cuando llegan a Alemania, donde el fenómeno
está bajo estricta observación, son detenidos y arrestados: "La
aplicación de las penas se ha endurecido", insiste Bianco. "El llamado 'Schleusung', como se denomina en Alemania, es
considerado un delito del que avergonzarse, porque se aprovecha
de personas que no tienen nada" y al que la justicia germana
responde a su vez "duramente": el conductor es detenido y en
Baviera el arresto siempre queda confirmado y la tendencia es
por otra parte la de llegar al juicio. "Antes, con un decreto penal de condena, el juicio se podía
evitar y la pena se suspendía", dice por otra parte la abogado,
al recordar que "ahora las cosas están cambiando: las fiscalías
siempre terminan dando luz verde el juicio para que sea el
Tribunal el que decida la condena". Para los italianos detenidos, la vida es en otras palabras
muy dura: solo raramente recurren a la revisión de la medida
cautelar porque no pueden permitirse el pago de la fianza. La
cárcel prevé por otra parte no más de una hora al aire libre y
si quieren ver la televisión tienen que alquilarla. Tampoco es
fácil ponerse en contacto con las familias". La condena prevista va de cero a cinco años, pero si se suman
las agravantes de asociación a delinquir, o queda planteada la
la profesionalidad del delito (para quien ya lleva más de un
viaje), las condenas pueden ser de 6 meses a 10 años. Y aunque la justicia alemana es rápida y el sistema
eficiente, las fiscalías del sur de Alemania están tapadas de
trabajo, justamente a causa de la emergencia migratoria. Lo que
comporta a su vez un retraso en la gestión de los casos.
PGL-Y8K/ACZ
31/08/2015 22:51
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