Por Alessandra Baldini
NUEVA YORK, 30 (ANSA)- Una país apático, dividido y con una
crisis de identidad, se da cita a un año de las elecciones
presidenciales de 2016: Estados Unidos se mira al espejo y ya no
sabe más quién es. Sólo sabe que de la política de Washington está cansada. Pero
a diferencia de pasados ciclos electorales, no tiene demasiado
interés en dar vuelta la página. La primera elección "abierta" en ocho años, la del 8 de
noviembre de 2016, no despierta el entusiasmo y el furor que
tuvo el enfrentamiento entre Hillary Clinton y Barack Obama, y
luego la carrera final, triunfal e inspirada de el eslogan "Yes
We Can", cuando fue elegido el primer presidente negro en la
historia el país. Era, en ese otoño de hace siete años, una Estados Unidos que
había tocado fondo y que quería a toda costa esperar estar
mejor: la economía de rodillas con la peor crisis desde los
tiempos de la Gran Depresión (1930) y con la tasa de
desocupación de dos cifras. Y luego los póstumos de las dos guerras, con soldados que
todavía están en Afganistán y en Irak. Y también el clima, el optimismo de entonces estaba a la
antípodas de hoy, con las cuentas del país finalmente en su
lugar. Estados Unidos a un año de la votación es además más
ideológica que en pasado.
En el panorama político que cambia, más allá de la raza, las
clases sociales y la geografía, juegan un rol los cambios
generacionales. "Boomers" y "Millennials", padres e hijos, tienen en teoría
las claves del voto. Los primeros, blancos en un 70 por ciento
contra el 58 por ciento de la generación sucesiva, con el pasar
de los años se corrieron hacia la derecha. A pesar que los "Millennials" son más numerosos, los 75
millones de "Boomers" son un segmento del electorado más
confiable: poco más del 70 por ciento de los que tienen más de
65 años van a votar, contra el 40 por ciento de los que están
por debajo de los 25. Esta podría ser la razón de una campaña electoral dominada
por un señor como Donald Trump (69 años), Hillary Clinton (68) y
Bernie Sanders (74). Si bien fueron hippies de jóvenes, en los últimos 30 años los
Boomers se volvieron conservadores. Y desde los tiempos de "Bill Clinton 2" que votan a los
republicanos. En el 2011, el 42 por ciento de ellos se definía de derecha,
más del doble de los coetáneos que se autodefinían progresistas. Sus hijos son en cambio un bloque sólidamente demócrata:
largamente favorables a las bodas gay y pro-inmigración,
anti-capitalistas y preocupados por las deudas, son el zócalo
duro que tiene en pie la candidatura del senador socialista de
Vermont, Sanders.
YFA/ACZ
30/10/2015 19:15
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