PARIS, 17 (ANSA) - Sebastien, rehén del ataque del viernes en
el teatro Bataclan de París, habló con sus secuestradores
durante dos horas y media, encerrado en un estrecho corredor del
primer piso, mientras afuera las fuerzas especiales de la
policía intentaban lanzar una negociación que resultaría
imposible. Ante los micrófonos de RTL, el joven dijo sentirse "como si
hubiera nacido una segunda vez" tras escapar a la masacre. "Nos hicieron su prédica, su discurso, sobre por qué
estaban allí. Nos explicaron que eran las bombas lanzadas sobre
Siria las que los impulsaban a estar ahí. Nos dijeron que era
sólo el comienzo y que la guerra comenzaba ahora, que estaban
en nombre del Estado Islámico", dijo Sebastien. Luego preguntaban a los secuestrados si los comprendían, si
estaban de acuerdo con ellos. "Pueden imaginar el silencio que
se hizo en ese momento", subrayó el ex rehén. Algunos minutos después los secuestradores quisieron poner a
prueba a su prisionero: le dieron un fajo de billetes y le
pidieron que lo quemara "para ver si a mis ojos el dinero
tenia importancia". El lo hizo: "Estaba obligado a hacerlo. Los rehenes me
agradecieron al final. Pero no quiero pasar por un héroe, los
verdaderos héroes están muertos". Entretanto, fuera de la puerta la policía ya estaba
desplegada, lista para iniciar las negociaciones. Los agentes
sabían que sólo dos de los secuestradores aún estaban vivos,
porque el primero había estallado en las primeras fases
del asalto, tras hallarse cara a cara con un policía que le
disparó. Les dieron un número de teléfono, al que llamaron de
inmediato, pero del otro lado los terroristas no tenían
intención de negociar. "El único verdadero pedido que formularon en las cuatro o
cinco llamadas que recibieron era que los policías retrocedieran
o en todo caso que no se acercaran", recordó Sebastien.
"Dedujimos que querían intentar salvarse la vida, pero
me parece muy poco probable dada la carnicería que hicieron",
agregó. Veinte minutos después de la medianoche, las fuerzas
especiales lanzaron el asalto. Un ataque de tres minutos, "una
eternidad", complicada por el hecho de que los terroristas se
habían escudado detrás de los rehenes. Al final, en sus escudos se contarán decenas de impactos de
proyectiles. "Fue el Hyper Cacher multiplicado por diez", contó
a Le Monde uno de los agentes, que también participó en el
asalto al supermercado donde se atrincheró Amedy Coulibaly. "La imagen del kalashnikov apuntado me quedará grabada,
pero me acordaré también como un comienzo de esperanza, por
paradójico que pueda parecer. Porque hasta entonces había huido,
pero cuando me capturaron, no quisieron matarme. Fue mi
suerte", concluyó Sebastien.
Z13-MFI/MRZ
17/11/2015 18:36
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