Por Alessandra Magliaro
ROMA, 22 (ANSA) - La "gastrosociety", una sociedad que hace
un culto de la gastronomía, con chefs convertidos en estrellas y
adorados por las multitudes, plantea como tema de actualidad el
tema de la propiedad intelectual de un plato, recientemente
objeto de un juicio simulado en Italia. Técnicamente, el derecho de autor pertenece a las obras del
ingenio del área de la literatura, la música, las artes
figurativas, la arquitectura, el teatro y la
cinematografía. No existe, de hecho, un plato que no sea adaptado y
personalizado en cada familia: imposible censar -por citar sólo
un ejemplo- las incontables versiones de lasañas al horno. Hace un año el célebre chef italiano Carlo Cracco causó una
gran polémica al teorizar el "ajo en camisa" en la pasta a
la amatriciana, donde los únicos ingredientes admitidos
por la tradición son la panceta, el queso pecorino,
el vino blanco, el tomate San Marzano, la pimienta
y el peperoncino (pimiento picante).
La opción recuerda la dicotomía entre el "open source" -un
software libre, accesible y modificable- o el sistema cerrado
"end-to-end" estilo Apple. El debate está abierto, pero no para los grandes cocineros
que quieren custodiar sus creaciones, como intentó hacer hace
algunos años el inglés Heston Blumenthal (dos estrellas) con
su merluza asada especiada con lentejas de Castelluccio. También Gualtiero Marchesi, uno de los padres más nobles de
la cocina italiana, hizo una misión del copyright del plato
global "Riso Oro e Zafferano" (Arroz Oro y Azafrán). Aunque en realidad es una provocación, ya que la tutela de la
comida desde el punto de vista del derecho de autor no tiene
jurisprudencia en Italia, mientras en Europa y Estados
Unidos hay pocos pronunciamientos de la justicia. Un ex cocinero de Marchesi, Guido Rossi, tras una diferencia
con su jefe abrió su propio restaurante en Milán incluyendo en
el menú un plato idéntico al que propone Marchesi en su
restaurante, llamándolo "Risotto Oro e Zafferano,
Omaggio a Marchesi", presentándolo del mismo
modo y con el mismo precio. ¿Cómo defenderse de las copias? En Milán se realizó, un poco
provocativamente, un primer Mock Trial Food and Design, es decir
una simulación de juicio con verdaderos jueces, abogados de las
partes (Mario Franzosi para Marchesi, Cristiano Bacchini para
Rossi) y consultores. La decisión finalmente le dio la razón a Marchesi: en la
"sentencia" se determina que se puede proteger al plato como
objeto de derecho de autor y se condena a Rossi por
falsificación, violación del sello de forma,
violación del diseño registrado y actos
de competencia desleal. El tema no es sólo italiano: en la conocida plataforma
gastronómica eGullet se debate continuamente sobre el tema, pero
los abogados del sector son escépticos, afirmando que hasta
ahora no es posible atribuir al propiedad intelectual de
una receta, porque el desarrollo natural de una comida no
constituirá nunca un tema de ingenio, por no saberse
efectivamente quién lo creó. Y tal vez "ninguno puede decirse completamente inocente",
como sentenció al Guardian Wylie Dufresne, chef del WD-50 en el
Lower East Side de Nueva York.
GDC/ACZ
23/11/2015 18:37
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