Por Patrizia Antonini
BRUSELAS, 23 (ANSA) - Calles vacías y oficinas medio
desiertas fueron la tónica general hoy en el barrio de las
instituciones europeas en Bruselas, donde la tensión es alta y
muchos establecimientos, de gimnasios a bancos, permanecieron
cerrados todo el día, siguiendo las recomendaciones de las
autoridades belgas, que decidieron mantener al nivel máximo la
alerta por terrorismo en la capital. La zona de Schuman, como el resto de la ciudad, sigue en
estado de asedio, suspendida en la pesadilla del riesgo de un
atentado inminente y atónita mientras la policía continúa, en
una carrera contrarreloj, buscando a Salah Abdeslam, el super
fugitivo de los ataques de París, y a sus cómplices del
califato. En la noche del domingo, las fuerzas de seguridad efectuaron
allanamientos en Bruselas y otras zonas del país, pero sin
encontrar armas o explosivos. En Berlaymont, sede de la Comisión Europea, la alerta se
mantiene amarilla (segundo nivel sobre cuatro), la misma de la
semana pasada. Pero las medidas de seguridad fueron reforzadas. El número de militares armados de metralleta que custodian el
lugar se duplicaron. Los automóviles son controlados incluso en
los bajos, con la ayuda de espejos. "No hay riesgos específicos
contra las instituciones europeas", afirmó el portavoz de la
Comisión Europea, Margaritis Schinas. En la sala de prensa, el equipo de portavoces se presentó al
completo, ostentando sangre fría. "Estamos todos aquí trabajando
con calma y serenidad", agregó Schinas. Pero con las escuelas cerradas y el metro suspendido, muchos
se quedaron en casa y decenas de reuniones fueron anuladas. En Justus Lipsius, el edificio del Consejo, un cartel en la
puerta advertía: alerta naranja (tercer nivel sobre cuatro).
Restaurante y cafetería estaban cerrados, muchos encuentros
fueron cancelados, pero no así los del Eurogrupo y el Consejo de
ministros europeos de Educación. La rotonda de Schuman, habitualmente colapsada por el
tráfico, hoy estaba muda, así como las arterias de rue Froissart
y de rue de la Loi. Solo alguna que otra sirena de la policía
rompía de vez en cuando el silencio. La explanada del Parlamento Europeo también estaba desierta,
en parte debido al traslado de funcionarios a Estrasburgo para
la sesión plenaria de esta semana y a las obras para renovar la
entrada principal. Vacías también las mesas de los cafés de
plaza Luxembourg, pese al día soleado. Aún así, varios establecimientos, como el
restaurante-librería Piola, de rue Franklin, a dos pasos de
Berlaymont, punto de referencia cultural para la comunidad
italiana, abrieron. "El día es muy tranquilo", admitieron los
dueños, Jacopo y Nicola, que en el escaparate colocaron un
cartel recogido en la manifestación de ciudadanos de Molenbeek
en recuerdo de las víctimas de los atentados de París.
También abrió la Rosticceria florentina de rue Archimede,
primer restaurante italiano que se inauguró en la zona, hace 54
años, y una de las metas preferidas de comisarios, altos
funcionarios europeos. Aquí el ansia se combatía hoy comiendo
pasta con brócoli y bebiendo vino de las colinas de Lucca. "La
preocupación existe, pero la vida debe reanudar", insta Simone. El banco situado en la esquina con la plaza Ambiorix estuvo
cerrado, en cambio, así como el gimnasio y la peluquería
cercanas. Federica y Giulia, de 27 años, originarias de Brescia,
paseaban por las avenidas del parque del Cincuentenario, antes
de regresar de sus vacaciones a Berlín, donde ahora viven y
trabajan. "Una ciudad tan militarizada no la habíamos visto
nunca", confesaron.
Y8K/ACZ
23/11/2015 20:11
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