(ANSA) - TEL AVIV, 4 DIC - Una instructora de educación
física denunció intimidaciones de judíos ortodoxos ante el
rechazo que manifiestan por su gimnasio para mujeres en el
suburbio de Benè Braq, en las puertas de Tel Aviv.
Desde hace meses, la profesora Sara Ganot está llevando
adelante una batalla para defender un gimnasio abierto para
mujeres "temerosas" en el barrio ortodoxo de Benè Braq. Para hacerla renunciar a su proyecto, un influyente rabino
probó primero con las súplicas y luego pasó a la intimidación.
Por ese motivo, esta semana Ganot se dirigió a la prensa
laica de su país para denunciar la situación.
Según acusó, las instituciones públicas de Israel no le
brindan ayuda y el municipio le pone palos en la rueda,
imputación que fue negada por las autoridades locales.
Para montar el gimnasio, Ganot, quien desde hace diez años
trabaja en el sector, eligió una planta baja de un condominio en
la tranquila calle del rabino Bloi, de cien metros.
Pero para su mala suerte, el edificio se encuentra muy cerca
de la calle Aqiva, la arteria principal de Benè Braq, un barrio
poblado por unos 170.000 judíos ortodoxos.
En poco tiempo, le llegó una carta de un vecino, el
influyente rabino Yehoshua Karelitz, quien le suplicaba que
desistiera de su iniciativa para no alterar la "modestia" del
barrio, pues su gimnasio podía aumentar en número de mujeres en
la calle. Entre líneas, el rabino sugería que eso podía "perturbar" a
los colegas rabinos de la zona.
Luego, contó Ganot, empezaron las intimidaciones.
Sus clientas, todas judías ortodoxas, fueron molestadas en la
calles.
Sobre las paredes aparecieron mensajes que estigmatizaban la
actividad mientras sus cámaras de seguridad registraron algunos
actos de vandalismo, entre ellos el forzamiento de candados por
parte de jóvenes ortodoxos y, por la noche, el abandono de
bolsas de basura en su coche. El futuro del gimnasio aún es incierto.
Aunque se encuentra cerca de la "liberal" Tel Aviv, Bnei Braq
representa una suerte de enclave autónomo donde el Estado y la
policía israelí están a menudo escondidos, y el pulso es
establecido generalmente por los rabinos. Hace pocos años, el ex dirigente israelí Shimon Peres,
durante una visita a Benè Braq, expresó admiración por el
colegio rabínico Ponevizh, al que describió como un gran centro
intelectual. Aparentemente, el único ejercicio posible que se puede hacer
en el barrio ortodoxo es el mental.
XBU-MZU/ACZ
04/12/2015 18:16
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