Por Paolo Petroni
(ANSA) - PARIS, 18 DIC - Edith Piaf, la voz inolvidable de
"La vie en rose", quintaesencia de la "chanson francaise", sigue
fascinando -a cien años de su nacimiento- por su lado de artista
rebelde y anticonvencional que no daba peso ni a la fama ni al
dinero, hallándose a sí misma sólo en la verdad del escenario
y en las relaciones de amistad y amor. Nacida el 19 de diciembre de 1915, Francia la celebró
este año en París con una gran exposición en la Bibliotheque
Nationale. Precisamente sus contrastes con el mundo satinado de la
canción y su delicado sobrenombre, debido a su figura menuda
(Piaf significa "gorrión"), hablan de ella -que se llamaba en
realidad Edith Giovanna Gassion- como de una suerte de estrella
de rock avant-la-lettre, un personaje que quemó su vida a
contracorriente. Fue también una de las voces del existencialismo y no es un
azar que los versos de su canción más célebre digan: "No, nada
de nada / No, no lamento nada / Todo fue saldado, barrido,
olvidado / Nada importa del pasado. / Con mis recuerdos /
enciendo la llama / de mis disgustos y placeres /
ya no los necesito". Su amigo Jean Cocteau -que la hizo debutar en teatro
escribiendo para ella "El bello indiferente"- afirmaba que
cantaba "como si se arrancara el alma del pecho". En París se exhibieron más de 400 documentos y objetos, así
como su minúsculo (Piaf medía 1,47 metros) vestido de escena
negro de falda plisada y mangas largas.
La cantante estaba convencida de que el negro hacía resaltar
su voz, y además no quería que el espectador fuera distraído por
su aspecto. Estaba además los guantes del boxeador Marcel Cerdan, su gran
amor, fallecido en 1949, una matriz en cobre dorado de las
primeras grabaciones de Polydor, y un texto manuscrito de
Roland Barthes de 1948 sobre la canción popular que
hubiera debido leer en Rumania. Ella misma alimentó su mito, comenzando por el relato de sus
orígenes: debía haber nacido por la calle, en Belleville, aunque
en el hospital Tenon hay un certificado que certifica su
nacimiento. En realidad era hija y nieta de saltimbanquis, nacida de
un acróbata y contorsionista, artista callejero que la llevaba
consigo hasta que en 1935 la escuchó cantar y la descubrió
el director del cabaret Le Gerny's. Apenas un año después de su lanzamiento obtuvo el prestigioso
reconocimiento Grand Prix du Disque con "L'Etranger", mientras
su debut estaba vinculado a una canción italiana, "Parlami
d'amore Mariu", convertida en "Le chaland qui passe". Los títulos de su célebre repertorio son conocidos por
todos y éxitos mundiales, desde "La vie en rose" a "Milord",
desde "Elle frequentait la Rue Pigalle" a "Je ne regrette rien",
historias de amores apasionados, de color y desesperación, pero
siempre sostenidas por la poesía, además de su voz áspera y
potente, emblema de Francia durante la guerra, la ocupación
nazi y la posguerra. Todos años que atravesó sobre el escenario, siempre con
ganas de cantar ("si no me muero"), incluso pese a la enfermedad
del final de su vida, intoxicada por los barbitúricos y el
alcohol. Misterio y leyenda rodean también su muerte, que al parecer
fue en Cannes el 10 de octubre de 1963, pero fue registrada al
día siguiente en París, adonde se decía la había transportado su
último marido porque la reina de los bulevares no podía sino
morir y la mágica y luminosa capital que la consagró como
la gran voz de la canción francesa.
GDC/MRZ
18/12/2015 19:17
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