(ANSA) - SANTIAGO DE CHILE, 7 MAR - La vida de millones de
mujeres y niñas de toda América Latina está a merced de sistemas
"tipo lotería" de asistencia a la salud que anteponen los
estereotipos y la doctrina religiosa a la vida del paciente. Un nuevo informe de Amnistía Internacional con motivo del Día
Internacional de la Mujer, analiza el acceso a los servicios de
salud sexual y reproductiva en ocho países de la región.
Los testimonios evidencian que el acceso a servicios básicos
como la contracepción, el aborto sin riesgos o la esterilización
normalmente depende de la capacidad adquisitiva de la paciente y
de las concepciones religiosas y personales de los
profesionales.
El aborto está prohibido sin excepciones en siete países de
América, aun en el caso de que la vida de la mujer o la niña
dependa de él: Chile, El Salvador, Haití, Honduras, Nicaragua,
República Dominicana y Surinam.
En la mayoría de los restantes países, aunque sea legal, el
acceso a un aborto para salvar la vida resulta muy difícil
porque algunos profesionales de la salud se niegan a practicarlo
por motivos ideológicos. En Uruguay, donde se legalizó el aborto en 2012, muchos
profesionales de la salud se declararon "objetores de
conciencia" y se negaron a facilitar interrupciones. Ante esto,
a muchas mujeres no les queda otra salida que someterse a un
aborto clandestino de riesgo, que fue la causa de al menos una
de cada 10 muertes maternas en toda la región en 2014. Rosaura Almonte, dominicana de 16 años, murió de leucemia en
2012 porque los médicos pospusieron su tratamiento debido a su
embarazo y no le proporcionaron el mejor tratamiento posible en
su estado.
La mujer pidió someterse a un aborto, pero se le denegó,
puesto que el procedimiento está prohibido en todas las
circunstancias. Finalmente, Rosaura empezó a recibir tratamiento
para el cáncer unos días después de sufrir un aborto espontáneo,
pero era tarde para salvar su vida. En Chile, Tania era madre cuando volvió a quedar embarazada,
en pleno tratamiento contra un cáncer. El médico no le dio
opción: tenía que estar tranquila y si ella intentaba abortar él
la tendría que denunciar. La mujer buscó otras opiniones, que le
confirmaron que el embarazo era incompatible con su tratamiento
contra el cáncer. Tuvo que abortar de manera ilegal. "Yo ya era
madre y mis hijos tenían el derecho a contar con su mamá sana,
por eso decidí someterme a un aborto para quedarme con ellos",
señaló. En países donde el aborto es legal bajo ciertos supuestos,
las mujeres igual sufren dificultades: los médicos del sistema
público se niegan a interrumpir embarazos debido a sus
convicciones personales.
La única salida es pagar servicios privados, lo que no está
al alcance de mujeres con pocos recursos económicos.
En Paraguay, en 2015, las autoridades denegaron la solicitud
de interrupción del embarazo de una niña de 10 años embarazada
tras ser violada. Al no tener acceso a un aborto, la niña se vio
obligada a dar a luz. Las mujeres también son obligadas a someterse a
intervenciones médicas contra su voluntad. Michelle, mexicana de 23 años y madre de dos hijos, supo que
era seropositiva cuando estaba embarazada de cuatro meses.
El día en que acudió al hospital para dar a luz se encontró
con un gran cartel sobre su cama donde ponía "VIH". Más tarde,
su médico le dijo que debía someterse a una operación para
evitar futuros embarazos.
Michelle dijo que no quería esa operación, pero los médicos
no le hicieron caso y le practicaron una esterilización que la
incapacitó para tener hijos con carácter permanente.
Mientras Michelle estuvo en el hospital, las enfermeras no la
tocaron. En una ocasión en que sufrió una hemorragia, una
enfermera le entregó un paño y le dijo que se limpiara ella
misma la sangre para evitar contagios.
En Perú, entre 1996 y 2000, las autoridades se embarcaron en
una política de esterilización de mujeres pobres dirigida a
"combatir la pobreza".
Esperanza, del norte de Perú que ahora tiene 59 años, fue
sometida a esterilización forzada en 1998. Desde entonces sufre
dolores de espalda y a veces son tan fuertes que le impiden
trabajar, y ha tenido dificultades para superar las secuelas
psicológicas de haber sido esterilizada a la fuerza. "Por desgracia, para mujeres de toda Latinoamérica, recibir
tratamiento médico para salvar la vida depende de la buena
voluntad de un profesional de la salud o de su capacidad
adquisitiva. Plantear la asistencia médica como una lotería es
indignante y absolutamente ilegal, y pone miles de vidas en
peligro", ha afirmado Erika Guevara-Rosas, directora del
Programa de Amnistía Internacional para América. "Desde El Salvador, donde el aborto está prohibido incluso en
los casos en que la vida de una paciente depende de él, hasta
México, donde las mujeres que viven con el VIH pueden ser
esterilizadas a la fuerza, mujeres y niñas de toda la región
están sufriendo abusos a manos de los propios profesionales y
sistemas que supuestamente deben protegerlas", afirmó.
MBA/ACZ
07/03/2016 20:56
|