Por Aldo Baquis
(ANSA) - TEL AVIV, 16 MAR - El ministro de Defensa
israelí en 1981 trabajaba para rediseñar todo Medio Oriente.
En los países vecinos propiciaba divisiones de poder y
migraciones de poblaciones. Y se ocupaba de un plan aún más
ambicioso: enviaría al Zahal -sigla de las Fuerzas Armadas
israelíes- a la conquista de Irán, apenas muriera el
ayatolá Jomeini. Aquel ministro -precisó ahora el pacifista israelí Uri
Avnery, de 93 años- se llamaba Ariel Sharon. Era el brazo
derecho del premier Menachem Begin.
Quien le hizo esas confidencias fue el propio Sharon, en la
redacción de su semanario (pequeño, combativo y ya desaparecido)
Ha'Olam ha-ze.
Avnery escribió sus memorias en un libro llamado "Optimista".
La publicación de la segunda parte es inminente, pero entretanto
profundizó la "cuestión Sharon" en el suplemento literario de
Haaretz. Sharon, confirmó Avnery, "odiaba" a Arafat. Y sin embargo,
cuando en 1970 las milicias palestinas amenazaron al rey
Hussein, el propio Sharon sugirió (sin ser escuchado)
que Israel lo apoyara. En 1973, tras la guerra del Kippur, Sharon volvió al cargo
pidiendo a Avnery que le organizara una reunión secreta con
Arafat. "Quería ofrecerle el control de Transjordania", es decir a
actual Jordania. Cuando los asistentes de Arafat recibieron el
mensaje, "se largaron a reír". En 1981 Sharon fue nombrado por Begin ministro de Defensa: un
hecho que causó fuertes palpitaciones en la región y en Israel
también. Y eran buen fundadas, aseguró Avnery, porque el general
acariciaba proyectos megalómanos al estilo Napoleón. El periodista pacifista y el general estaban en ese
momento en buenas relaciones. Fue así que Sharon le confió que
proyectaba ofrecer a Estados Unidos desplegar en Israel enormes
almacenes militares de emergencia. Apenas Jomeini muriera, Zahal daría un salto, atravesaría
Jordania e Irak, y ocuparía Irán para entregarlo a Estados
Unidos.
Anticipando el probable escepticismo, Sharon se había
presentado ante Avnery con sus planes militares, incluyendo
un mapa carretero de Teherán. Al mismo tiempo, precisó Avnery, Sharon proyectaba
la invasión del Líbano. Contaba con "imponer un dictador
cristiano-maronita", expulsar a los palestinos del Líbano
y Siria, empujarlos a Jordania, haciendo un Estado palestino
de hecho "bajo la guía de Arafat". Israel y la nueva entidad palestina hallarían luego un "modus
vivendi" para Cisjordania. Tras completar su retiro del Sinaí, en junio de 1982 Sharon
pasó a la invasión del Líbano. Pero en septiembre de 1982 su
castillo de cartas se derrumbó con la inesperada eliminación
del líder Bashir Jemayel y las consecuentes masacres de
venganza en los campos de refugiados de Sabra y Shatila.
La historia tomó otro curso, pero Sharon y Arafat tendrían
una nueva cita en el 2000: uno como premier israelí, el otro
como presidente palestino. Pero Arafat ya estaba en condiciones muy distintas de las
pensadas 30 años antes, prácticamente "enjaulado" en la Muqata,
su residencia de Ramalá.
XBU/MRZ
16/03/2016 18:56
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