Por Alberto Zanconato
(ANSA) - MOSCU, 17 GIU - Tres meses después de la masacre en
la sala de conciertos Crocus City Hall de Moscú, el espectro del
terrorismo islamista se cierne de nuevo sobre Rusia. Seis
presuntos yihadistas del grupo Estado Islámico (EI o ISIS),
armados con cuchillos y hachas antiincendio, tomaron como
rehenes a dos funcionarios carcelarios en un centro de detención
en la región de Rostov, en el sur del país, pero murieron en una
operación de las fuerzas especiales.
El jefe de la República de Ingushetia, Makhmud-Ali
Kalimatov, dijo que cuatro de los autores de la acción procedían
de este territorio ruso del Cáucaso septentrional, cuya
población mayoritariamente musulmana está emparentada con la de
Chechenia, donde las tropas de Moscú libraron dos sangrientas
guerras contra una insurrección islamista local entre los años
90 y principios del 2000. Un período marcado también por
atentados con bombas con un balance total de cientos de muertos
en varias ciudades rusas, incluida Moscú.
Según Kalimatov, los cuatro ya habían sido sentenciados a 18
años de prisión por terrorismo. No se ha facilitado información
oficial sobre los otros dos. Según los medios rusos, los
secuestradores esperaban otro juicio por haber planeado un
atentado en 2022 contra el Tribunal Supremo de
Karachay-Circasia, otra república caucásica rusa.
Los presos llevaron a cabo su acción en el patio del centro
de detención número 1 en la región de Rostov, a las puertas del
Cáucaso y limítrofe con Ucrania.
Según la agencia Interfax, a cambio de la liberación de los
rehenes, los seis pidieron un coche para salir de la prisión.
Un video circulado en las redes sociales muestra a uno de
ellos con una banda en la frente con una inscripción en árabe,
mientras que otro muestra una bandera negra de ISIS.
El sonido de un intenso tiroteo se puede escuchar en otro
video filmado fuera del edificio, mientras las Fuerzas
Especiales lo atacaban.
En otras imágenes difundidas por el canal Telegram 112 se ve
a los seis hombres tendidos en el suelo sin vida en charcos de
sangre.
El Servicio Penitenciario Federal dijo que "los criminales
fueron eliminados" y que los rehenes fueron liberados sanos y
salvos.
El llamado Estado Islámico Khorasan (Isis-K), un nombre
arcaico para la región que incluye parte de Irán, Turkmenistán y
Afganistán, reivindicó el ataque perpetrado por hombres armados
contra la sala de conciertos Crocus City Hall en Moscú en marzo
pasado, en el que murieron 144 personas.
El presidente ruso, Vladimir Putin, y las demás autoridades
rusas no cuestionaron que los autores de la masacre sean
extremistas islámicos, pero cuestionaron a los servicios
secretos ucranianos como posibles autores.
Una veintena de personas fueron detenidas durante la
investigación, entre ellas los cuatro presuntos ejecutores,
todos ellos originarios de la antigua República soviética de
Tayikistán, fronteriza con Afganistán.
El mes siguiente a la masacre, cuatro agentes de policía
resultaron muertos y cinco heridos en dos ataques de hombres
armados contra patrullas de la República de Karachay-Circasia.
Se estima que unos 4.500 rusos, en su mayoría del Cáucaso,
combatieron en los últimos años en las filas del EI en Siria e
Irak. Y el ataque al Crocus, el más sangriento de Rusia en los
últimos 20 años, hizo resurgir los temores de una división en un
país multiétnico y multiconfesional, donde los musulmanes
representan alrededor del 10% de la población.
En un mensaje de felicitación a los musulmanes por la
festividad de Eid al-Adha, Putin afirmó que las organizaciones
islámicas están haciendo "una contribución significativa para
promover la unidad de nuestro pueblo y hacer posible el diálogo
interétnico e interreligioso en Rusia".
Mientras que Kalimatov, el jefe de la República de
Ingushetia, apeló a los jóvenes para que "no sucumban a la
propaganda de los grupos radicales religiosos". (ANSA).