Por Rosanna Pugliese
(ANSA) - BERLIN, 19 GIU - Fue la primera gobernadora mujer de
un land (estado o gobernación) en Alemania y es una figura
política de las más amadas en el país. Con esta biografía, Malu
Dreyer anunció su renuncia con dos años de anticipación y
palabras claras, en grado de apagar cualquier tipo de
especulación de raíz: "No tengo más la fuerza para llevar
adelante el cargo", dijo ante la prensa.
Socialdemócrata, de 63 años, desde 1995 esta distinguida
señora del Reino de un estilo siempre impecable y que, hoy en
día, padece esclerosis múltiple.
Pero justamente el año del diagnóstico coincide con el
ingreso en el partido: la enfermedad, supuestamente bajo control
y combatida en ocasiones en el pasado en silla de ruedas,
evidentemente nunca la detuvo realmente. Sin embargo, ante los
periodistas en Maguncia ni siquiera mencionó todo esto. Por su
parte, María Luise Dreyer, que creó el mucho más famoso "Malu"
de sus dos nombres, explicó las cosas con admirable sencillez:
"He servido a este Land con gran entusiasmo, gran fuerza y
;;energía. Lamentablemente, tuve que darme cuenta de que esta
fuerza ahora es limitada".
Sin embargo, su ejecutivo podrá seguir gobernando, aclaró la
líder de uno de los primeros ejemplos del semáforo (la coalición
que también lidera Olaf Scholz en Berlín). Un equipo exitoso, en
su caso, que nació en 2016 con aliados verdes y liberales y vio
reconfirmado su mandato en 2021. Licenciada en Derecho,
magistrada, alcalde de un pequeño municipio, y luego creció en
política hasta convertirse en comisaria de su partido en la
crisis que golpeó el liderazgo de la exministra de Angela
Merkel, Andrea Nahles, Dreyer, eligió para pasar el relevo a su
vice, el consejero de Trabajo Alexander Schweitzer, que se
someterá a la votación del Parlamento regional el 10 de julio.
Y que ahora tiene bien dos años para presentarse en las
urnas como un gobernador experimentado. La presidenta saliente
que, con su gesto hizo un favor a todo el partido, dirigió la
administración en años difíciles, marcados por la pandemia, la
crisis de refugiados y, en 2021, por un acontecimiento
especialmente dramático -una "ruptura" en su existencia
política-, la catástrofe. de la inundación que azotó la zona de
Arthal, con un saldo de 135 muertos.
No faltaron las consecuencias de muchas duras controversias.
Hoy mencionó estos momentos y luego explicó con un poco más de
detalle las dificultades actuales: "Se ha vuelto más difícil
recargar energías. Después de un gran esfuerzo, antes me bastaba
con dormir bien para recuperarme. Ahora ya no es así". La agenda
repleta de compromisos y la presión general no le permiten
afrontar los próximos dos años en el cargo.
"Tengo 63 años, no soy muy mayor, pero tengo que reconocer
que no es como cuando tenía 50". "No me voy con el corazón
contento, porque no estoy cansada del trabajo", admitió. "Pero
prometí a los ciudadanos que daría todas mis fuerzas a la tarea
y, tal como soy, no podría actuar de otra manera y no darlo
todo. Mi energía está menguando, lo que hay no alcanza para
gobernar."
Todos se preguntan cuál es su futuro. En primer lugar, un
período de descanso, ya no aspirando a un puesto de tiempo
completo. Pero seguirá en política, por las mujeres, como
siempre lo ha hecho, y por la democracia, "porque nunca ha
estado bajo presión como hoy". (ANSA).