(ANSA) - KIEV, 21 GIU - Las fuerzas ucranianas no bajan la
cabeza ante Rusia y lanzan una nueva y masiva serie de ataques
al otro lado de la frontera, desde Krasnodar hasta Bryansk:
refinerías, un aeropuerto, radares y centros de inteligencia
fueron atacados en un intento de aliviar la presión sobre
Donbass y Kharkiv, donde las tropas de Vladimir Putin siguen
manteniendo la iniciativa.
En tanto, la respuesta del Kremlin fue elevar, una vez
más, la puntería de las armas nucleares, y advirtió a los
aliados occidentales de Kiev que Moscú "seguirá desarrollando"
su arsenal, aunque sólo sea con fines de "disuasión".
El último ataque en territorio ruso fue reivindicado por el
ejército ucraniano: "Aéreos no tripulados atacaron las
refinerías de petróleo de Afipsky, Ilsky, Krasnodar y
Astrakhan".
También se habrían visto afectados los lugares de
almacenamiento y preparación para el uso de drones, edificios de
entrenamiento y puntos de control y comunicación para drones
lanzados desde regiones fronterizas.
Una potencia de fuego notable, como lo confirmaron los
propios rusos, al informar que habían derribado 70 drones sobre
el Mar Negro y Crimea durante la noche.
Los daños a las refinerías, en particular, ayudan a los
ucranianos a cortar la energía que los rusos necesitan para
impulsar su ofensiva en el sureste. El epicentro de los
enfrentamientos sigue siendo Khasiv Yar, una ciudad estratégica
situada sobre una colina que abriría el camino a las últimas
zonas en disputa de Donetsk, donde los invasores lanzan ataques
frontales masivos, mientras las fuerzas de defensa admiten una
situación "extremadamente difícil".
Para Kiev, en dificultades sobre el terreno, llegaron
buenas noticias desde Bruselas, con la luz verde definitiva de
los 27 países para iniciar las negociaciones de adhesión, a
partir de la próxima semana (junto con Moldavia).
Al respecto, el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky,
habló de un "paso histórico para millones de ucranianos que
están realizando su sueño europeo".
En el frente opositor, los mensajes desde Moscú mostraron a
un país que todavía se siente en una posición de fuerza en la
dinámica del conflicto.
Y se produjo la habitual alternancia de propuestas y
amenazas a la OTAN.
El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, comenzó diciendo que
Putin está abierto a iniciar conversaciones estratégicas con
Estados Unidos y los europeos "para abordar los "numerosos
problemas" de "seguridad global" que están sobre la mesa.
Sin embargo, dichas conversaciones deben realizarse "en
todos los ámbitos", incluida la situación en Ucrania y el papel
de los estadounidenses en el conflicto, precisó.
En cambio, el líder del Kremlin utilizó un tono
decididamente más asertivo.
Y después de haberse abierto a una revisión de la doctrina
nuclear rusa, con una posible reducción del umbral para el uso
de armas atómicas, anunció que Rusia "prevé un mayor desarrollo
de su tríada nuclear (misiles lanzados por tierra, aire y mar)
como garantía de disuasión estratégica y para preservar el
equilibrio de poder en el mundo".
La renovada guerra fría entre Estados Unidos y Rusia
incluye también la decisión de Washington de prohibir el uso del
popular software antivirus ruso Kaspersky, acusando a la empresa
de estar vinculada con las autoridades de Moscú.
A la prohibición en Estados Unidos le siguieron sanciones
contra 12 directivos de la empresa, la cual, por su lado,
respondió con una nota de protesta: se trata de una decisión
"tomada sobre la base del clima geopolítico actual y de los
temores teóricos" que "beneficia a la ciberdelincuencia".
(ANSA).