por Benedetta Guerrera
(ANSA) - NUEVA YORK 22 JUN - El sueño americano como
recompensa para quienes se gradúan en universidades de Estados
Unidos. Se trata de la última propuesta de Donald Trump, que,
con un giro propio, ha pasado de una política ferozmente
aislacionista a la propuesta de conceder tarjetas verdes a los
extranjeros que hayan completado un curso de estudios en
universidades estadounidenses.
Para obtener el ansiado permiso de residencia y, sobre todo,
el permiso de trabajo permanente, suele ser necesario un proceso
complicado y costoso que puede durar años, a menos que ganes la
lotería anual o la empresa patrocine a su empleado.
La idea del magnate, sin embargo, es que la tarjeta verde se
conceda automáticamente al finalizar la universidad. "Creo que
un extranjero que se gradúa de una universidad aquí debería
obtener automáticamente, como parte de su diploma, una tarjeta
verde para poder quedarse en este país", dijo el expresidente en
un episodio de "The All-In Podcast".
Un proyecto totalmente opuesto a su retórica y a sus
iniciativas antiinmigrantes -como "el mayor plan de deportación
masiva de la historia de Estados Unidos", que supone la
expulsión de unos 20 millones de personas- y que ha provocado la
ira de los republicanos más conservadores.
"Si se aprobara esta propuesta absurda, habría una explosión
de títulos de maestría de bajo nivel en todo el país que se
convertirían en una forma de vender tarjetas verdes", atacó Mark
Krikorian, director ejecutivo del Centro de Estudios de
Inmigración.
"La política de inmigración estadounidense debe servir a los
intereses de todos los estadounidenses, no a los de los
directores ejecutivos que buscan mano de obra barata", añadió
Chris Chmielenski, presidente del grupo conservador Immigration
Accountability Project.
El plan de Trump, instó, "reduciría los salarios de los
estadounidenses, aumentaría la competencia laboral,
particularmente para los recién graduados universitarios, y
representaría una amenaza a la seguridad nacional".
La portavoz de la campaña de 'Donald', Karoline Leavitt,
intentó calmar a los halcones republicanos asegurándoles que "el
primer día de su presidencia Trump cerrará la frontera como
prometió" y que los graduados extranjeros tendrán que aprobar un
"control de seguridad para excluir a los comunistas, los
fundamentalistas islámicos, los partidarios de Hamas y todos
aquellos que odian a Estados Unidos".
"Sólo después de dicha revisión podremos determinar quién
puede quedarse para hacer una contribución significativa a
Estados Unidos", subrayó.
En todo esto, el mercado extranjero no es un fenómeno nuevo
en Estados Unidos. Los estudiantes de otros países resultan
atractivos para las universidades estadounidenses porque a
menudo se ven obligados a pagar matrículas y tasas más altas que
los estadounidenses.
Según un informe de noviembre del Intercambio Educativo
Internacional, hay más de un millón de estudiantes
universitarios extranjeros en Estados Unidos, de los cuales
aproximadamente 289.526 (27%) eran de China y 268.923 (25%) de
India, seguidos por Corea del Sur (4,1%), Canadá (2,6%), Vietnam
(2,1%), Taiwán (2,1%), Nigeria (1,7%) y Japón (1,5%). Un nutrido
grupo de personas que, si Trump fuera elegido y cumpliera su
promesa, tendrían la posibilidad de establecerse definitivamente
en Estados Unidos. (ANSA).