Por Benedetta Guerrera
(ANSA) - WASHINGTON, 25 GIU - Aunque llevaba meses en el
aire, no es casualidad que el presidente estadounidense, Joe
Biden, haya anunciado la decisión de conceder el acuerdo de
culpabilidad al fundador de WikiLeaks, Julian Assange, justo
ahora, en vísperas del primer debate con el magnate Donald Trump
y unos meses antes de las elecciones.
El mandatario estadounidense quería deshacerse de un tema
delicado, el cual podría haberle creado problemas tanto
internamente -porque la presión de las organizaciones de
libertad de prensa seguía creciendo- como en el extranjero, pues
en febrero, el gobierno australiano había solicitado
oficialmente la liberación de Assange y el primer ministro
australiano, Anthony Albanese, visitará Washington la próxima
semana.
Por otro lado, Biden, en este delicado momento de la campaña
electoral, no podía arriesgarse a un juicio que transformaría a
Assange en un mártir de la primera enmienda de la Constitución
estadounidense, especialmente después de que su rival
republicano declarara recientemente que consideraría la
hipótesis de perdonar al australiano si fuera reelegido para la
Casa Blanca.
Incluso el expresidente estadounidense, Barack Obama, en su
momento, decidió no incriminar al fundador de WikiLeaks para no
crear un precedente contra los medios que publican información
clasificada.
Además, luego conmutó la pena de 35 años, liberándola
después de siete, a la analista del ejército, Chelsea Manning,
quien pasó material al sitio WikiLeaks.
Además, el propio Biden ni siquiera podía permitirse el
lujo de ser acusado de censurar la prensa libre al haber basado
toda su estrategia electoral en la defensa de la democracia y
sus valores frente a las amenazas de Trump, presentado en varias
ocasiones como un "dictador potencial".
Otro hecho que se tuvo en cuenta fue que, en el frente
exterior, Australia es un socio cada vez más importante para
Estados Unidos en la región de Indo-Pacífico mientras continúa
procesando a uno de sus ciudadanos por haber publicado
información de interés público, al tiempo que condena a los
Estados autoritarios de la zona.
Además de las ONG y los activistas, la noticia de la
liberación de Assange fue bien recibida por varias figuras
opositoras de la política estadounidense, tanto entre los
republicanos como entre los demócratas: desde el candidato
presidencial independiente Robert F. Kennedy Jr. hasta la
congresista trumpista, Marjorie Taylor Greene, y el activista de
izquierda, Cornel West.
La única voz fuera del coro fue la del exvicepresidente
Mike Pence, quien acusó a Biden de haber cometido "un error
judicial".
El fundador de Wikileaks "puso en peligro las vidas de
nuestros soldados en tiempos de guerra y su acuerdo de
culpabilidad deshonra el servicio y el sacrificio de los hombres
y mujeres de nuestras fuerzas armadas y sus familias", atacó al
exnúmero dos de Trump. (ANSA).