Por Alessandra Briganti
(ANSA) - BRUSELAS, 28 GIU - Conquistar Bruselas era el
objetivo que se ha marcado Viktor Orban, gracias al viento de
cola de la derecha en la Unión Europea (UE) y la alianza con la
premier italiana, Giorgia Meloni: el reto a alcanzar,
efectivamente, tenía su previsión en dos etapas: la votación
europea en junio y las elecciones presidenciales americanas en
noviembre.
Todo ello desde una posición de fuerza, la que garantizaría
la presidencia rotatoria del Consejo de la UE que Budapest
asumirá el 1 de julio durante seis meses.
Pero, en la línea de salida, el primer ministro húngaro
estaba en clara desventaja, debilitado en su país por la fuerte
caída del apoyo a su partido, Fidesz, registrada en las
elecciones europeas y por la distancia creada con el gobierno
italiano.
Decidido a salir del limbo de los no inscritos en el
Parlamento Europeo, Orban contaba con la "reinas" de la derecha
europea, Giorgia Meloni y Marine Le Pen, para formar un
supergrupo que rompiera el aislamiento político en el que ha
caído durante años.
Un plan que, no obstante, fracasó por la voluntad de su
aliado italiano, más proclive a la cooperación con el Partido
Popular Europeo (PPE), los Conservadores y Reformistas Europeos
(ECR).
Ahí, no obstante, surge lo que podría ser un problema para
Meloni.
La posibilidad de que se forme un nuevo grupo, el de
Visegrado, liderado no sólo por Orban, sino también por el
principal socio de Meloni en la ECR, los soberanistas polacos
del PiS, con su botín de 20 escaños.
Pero también podría ser un engaño.
Según los observadores, el grupo de Visegrado, en las
intenciones de húngaros y polacos, sigue siendo el plan B,
detrás del sueño aún no desvanecido de unir a la derecha.
Por lo tanto, en un escenario en continua evolución, no
parece haber ninguna fractura irreparable en el horizonte, al
menos entre Orban y Meloni.
Y esto a pesar de que el "soberano del Este" parece haberse
distanciado de la premier en medio de la disputa por los altos
cargos.
Los dos líderes, únicos que votaron en desacuerdo,
siguieron lógicas diferentes: Orban dio luz verde a Antonio
Costa, rechazó a Von der Leyen y postergó a Kaja Kallas.
De hecho, entre los dos líderes sigue existiendo una
afinidad en cuestiones, desde el Pacto Verde hasta la migración
y la competitividad de la UE, que el húngaro aprovechará,
durante la presidencia y la legislatura naciente, para ponerse
del lado de Meloni y romper el asedio en que los demás líderes
europeos lo han endurecido.
A la espera del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, el
verdadero activo por el que Orban lo apuesta todo. (ANSA).