Por Tullio Giannotti
(ANSA) - PARIS, 29 GIU - Está solo en el edificio, abandonado
por sus fieles, incapaz de implicarse y comunicarse. Emmanuel
Macron desafió el sentido común el 9 de junio al disolver el
Parlamento tras la sangrienta derrota en las elecciones
europeas. No se lo había dicho a nadie, las expresiones de sus
leales delataban ira y desconcierto: legislatura truncada,
gobierno enfrentado a críticas extremas, más de la mitad de los
250 diputados, a casa.
Una "jugada extrema", una decisión tomada en soledad, sin
perspectivas. Aparte de eso, despunta lo ue siempre se ha vivido
como una pesadilla, de "cohabitación" con el enemigo, en la
persona de Jordan Bardella, delfín y primer ministro elegido por
Marine Le Pen, que puede convertirse en el premier de Francia.
Si en el panorama político Macron -ganador por sorpresa en
2017, expresión de un poder nuevo y joven, fuera de los
partidos- se ha convertido hoy en "persona non grata", en su
partido, entre sus asesores, sus aliados más fieles, el aire se
ha vuelto pesado.
"Júpiter", como le encantaba que lo apodaran, siempre ha
sido un solo hombre al mando en estos siete años de doble
mandato (cinco, luego confirmación en 2022). Impuso reforma tras
reforma, hasta la más resistida, la de las pensiones, sin contar
con nadie más que él mismo. Pero no transformó esa fuerza
individual en una carga colectiva y hoy se encuentra en medio de
una tormenta que él mismo desató sin poder contar con los demás.
Emmanuel Macron ha "matado a la mayoría presidencial",
señaló Edouard Philippe, su ex primer ministro, que ahora es
lealmente mayoritario con su movimiento Horizontes. Pero con la
mente "en otra parte", afirmó él mismo, comprometido con la
construcción de una "mayoría presidencial". Incluso una criatura
macroniana como el primer ministro Gabriel Attal, que luchó como
un león para liderar una campaña electoral improvisada y cuesta
arriba, pidió a los franceses "elegirle" como futuro primer
ministro, prometiendo "un antes y un después" en la práctica.
Y Bruno Le Maire, ministro de Economía desde el primer día
de la presidencia de Macron, se desquitó con "los parásitos" que
infestan "los edificios de la República". Fin de la aventura
macroniana también para Gérald Darmanin, el hombre que vinculó
su rostro al Ministerio del Interior de Macron y que ya anunció
que ya no estará en el gobierno. También se dedicará "a una
nueva aventura política", pero en su territorio electoral, la
región Norte.
En sus 7 años en el poder, Macron ha tenido que afrontar
ataques, chalecos amarillos, Covid, protestas callejeras contra
la reforma de las pensiones que nadie había llevado a cabo
antes, suburbios en llamas por el asesinato -hace exactamente un
año- de la joven Nahel en un puesto de control policial. Le
quedan tres años en el poder en el Elíseo, en convivencia con el
enemigo, un primer ministro de extrema derecha o, menos
probablemente, de izquierda. Y sin una mayoría que lo dejará aún
más solo e indefenso.
Un cruce solitario que recuerda su paseo lento, sin nadie
a su lado, en el patio del Louvre la tarde de mayo de 2017,
después de ser elegido. (ANSA).