(ANSA) - QUITO, 28 GIU - Fue una escena escalofriante con la
que se toparon algunos habitantes del poblado Camilo Ponce
Enríquez, en la provincia ecuatoriana del Azuay, mientras
exploraban una zona minera: ocho cadáveres en avanzado estado de
descomposición, decapitados e incinerados, con claros signos de
tortura y disparos, agrupados dentro de un galpón.
Según informó hoy la Policía Nacional, el crimen está
vinculado a un ajuste de cuentas entre facciones criminales que
se disputan el control de la zona minera. Unos días antes se
habían encontrado otros dos cadáveres en una zona adyacente, uno
de los cuales también estaba decapitado.
El pueblo de Ponce Enríquez también había quedado
conmocionado anteriormente por el asesinato del alcalde, en
abril, por sicarios en plena vía pública.
El aumento exponencial de la violencia y los asesinatos en
el país ha llevado al gobierno del presidente Daniel Noboa a
declarar el estado de "conflicto armado interno", y a considerar
a los grupos criminales como "terroristas" dando carta blanca a
las Fuerzas Armadas. (ANSA).