Por Francesco Gallo
(ANSA) - ROMA 24 OCT - El film "La casa degli sguardi" (La
casa de las miradas), basado en la novela homónima de Daniele
Mencarelli, es un gran debut como director de Luca Zingaretti
por la belleza de la historia, la reconstrucción de los entornos
laborales y, finalmente, por su actuación como padre cariñoso y
triste de Marco, un hijo y poeta problemático, interpretado por
un extraordinario Gianmarco Franchini.
La película de Zingaretti -conocido por su papel del
Comisario Montalbano-, que se exhibe hoy en el Festival de Cine
de Roma y estará en las salas comerciales de Italia en la
próxima primavera boreal, distribuida por con Lucky Red, habla
de dolor, de duelo, pero también
de la capacidad de superar el sufrimiento siendo conscientes de
que al final nos concierne a todos, que es una condición humana
posible de vivir y soportar junto a otros.
Marco, de veinte años, sólo tiene una misión tras la muerte
de su madre: destruirse a sí mismo. Lo hace primero con cocaína
y otras drogas y luego con el alcohol, su único desahogo es la
poesía. El padre que
toma el tranvía en Roma, exactamente el día 19, siempre está ahí
para él, pero es como si estuviera indefenso, no sabe cómo
salvarlo.
Finalmente el joven consgue trabajo, como limpiador en el
hospital Bambin Ges—, donde Marco se encuentra con un ambiente
de trabajo de alta concentración romanesca, felizmente
reconstruido por Zingaretti, pero también el dolor de la
enfermedad infantil.
"Es una película que habla del dolor, no en términos
negativos, sino
como ingrediente necesario para la felicidad, porque el dolor y
alegría están hechos del mismo material - dice Zingaretti -,
pero es
también una película sobre la poesía, la belleza y su capacidad
de salvación y que habla de padres e hijos y de la capacidad de
estar presente, como un acto del más puro amor".
Zingaretti vuelve a hablar del malestar de los jóvenes de
hoy.
""El dolor de vida de los niños de hoy es mayor que el
nuestro.. Es un mundo que cambia demasiado rápido y lo peor está
por llegar con la
inteligencia artificial. Un cambio que parece haberse
ralentizado
sólo por política", sostuvo el actor.
"¨Qué clase de padre soy? Un hombre vinculado a la
naturaleza y de la clase trabajadora por tanto con creencias
éticas sólidas. No es casualidad que sea conductor de tranvía,
alguien que siempre hace casi el mismo recorrido para indicarle
a su hijo: 'ya sabes dónde encontrarme'".
Zingaretti habló también de su relación con la poesía.
"Siempre he creído que la belleza salvará al mundo. Una cosa
a tener en cuenta aún más ahora que hay una emergencia climática
y el fenómeno migratorio, dos cosas que no queremos aceptar",
expresó.
Sobre su relación con el personaje de Montalbano, que lo
hizo conocido en toda Europa y también en Sudamérica, el actor
confesó que no fue muy generoso con él.
"Tal vez no fui muy generoso con el pasado que tanto me
había dado y, lo confieso, también pateé mucho que salir de él.
El caso es que soy una persona muy curiosa en muchos campos
diferentes y hoy estoy feliz de dar al público esta película que
es producto del esfuerzo de muchas personas", dijo.
Por su parte, Gianmarco Franchini, un verdadero talento que,
a los 21 años ya protagonizó dos films (el primero, "Adagio"),
dijo que "inmediatamente" comprendió que se trataba de "un
trabajo difícil".
"Sabía que debía interpretar a un tipo duro que tiene su modo
de ver las cosas. Sin embargo, el personaje me apasionó ya al
leer el libro, mi miedo era sólo el de no dar lo suficiente",
relató.
En relación a la poesía, dijo que siempre fue mejor alumno
en las materias científicas, pero ama mucho "Il canto notturno
di un pastore errante dell'Asia", de Leopardi.
"A veces, escribo algo sobre lo que sucede dentro mío",
concluyó. (ANSA).