Por Mattia Bernardo Bagnoli y Alessandra Briganti.
(ANSA) - BRUSELAS, 25 OTT - Charles Michel saca conclusiones
ahora que está casi al final de su mandato. El Presidente del
Consejo Europeo -que dejará el cargo a su sucesor Antonio Costa
el próximo 1 de diciembre- lanza entonces una advertencia:
"Europa no debe convertirse en el museo del mundo".
El Viejo Continente debe volver al juego, sobre todo
aumentando su "competitividad", en la estela de los informes
preparados por Enrico Letta y Mario Draghi, y buscando "más
soberanía", también a través de un sector de defensa más fuerte.
En cuanto a la inmigración, considerada sin duda un "desafío
político" aunque no sistémico, Michel sostiene que la UE "no
debe tener miedo de buscar" nuevas vías "operativas y
concretas", como el acuerdo Italia-Albania para centros de
recepción extracomunitarios.
"No quiero interferir en el debate interno de Italia, pero
tenemos que ver cuáles son las vías concretas y no quiero decir
que los puntos de recepción en Albania sean buenos o no",
explicó el presidente del Consejo Europeo en una entrevista a la
Redacción Europea de la que forma parte ANSA.
Al final, todo dependerá de los "detalles prácticos",
incluido el "respeto del derecho internacional", porque hay
elementos importantes que influyen, como "la proporcionalidad de
las medidas".
En general, en el tema de la inmigración, el ambiente entre
los líderes ha cambiado en comparación con el pasado. En 2016,
por ejemplo, había "una falta de confianza total" entre los 27 y
no era posible mantener ninguna conversación "racional. Llegamos
a los insultos", confiesa.
"Costó años restablecer la confianza". Ahora la hay, sin
embargo, tanto sobre la necesidad de combatir la inmigración
ilegal y, por tanto, a los traficantes, como sobre la necesidad
de "aumentar las vías legales de entrada".
El punto delicado siguen siendo las repatriaciones, y en
este tema hay un deseo entre los 27 de cooperar más, llegando
por ejemplo a la "lista común" de países seguros. Pero es
crucial que los ciudadanos vean soluciones porque la inmigración
"a veces es mal utilizada por ciertos grupos o partidos
políticos para debilitar el proyecto europeo".
Volviendo al panorama general, Michel señaló que nos
encontramos en la tercera generación de líderes comprometidos
con el "proyecto común europeo" y que es necesario un mayor
impulso porque ahora nos encontramos en "un punto de inflexión".
En la práctica, espera que los dirigentes aceleren "en la
Unión de Capitales" y que avancen a buen ritmo en el
fortalecimiento de la industria europea de defensa, de la que
depende una parte de la autonomía estratégica de la UE.
"A largo plazo, poco importa que Kamala Harris o Donald
Trump se impongan en noviembre. Estados Unidos, por desgracia,
seguirá siendo proteccionista y no cambiará de rumbo en el
Indo-Pacífico", explicó.
Obama (primero) y Trump (después), por tanto, "hicieron lo
correcto" al presionar a los aliados europeos para alcanzar el
dos por ciento del PIB en defensa, pero también lo hicieron para
"apoyar su industria bélica". Ahora, Estados Unidos "se
equivocaría si pensara que se puede aumentar la seguridad sin
desarrollar la base industrial europea", ya que, para luchar
contra los autócratas, Washington necesita a la UE.
Reflexionando sobre las grandes crisis de su mandato
-Covid19 y la guerra de Ucrania-, Michel insistió en la
importancia de "lograr la unidad", que es la verdadera fuerza de
la UE.
"El Consejo Europeo es la torre de control de la Unión",
señaló, expresando también sus dudas sobre si el voto por
"mayoría" es realmente la solución: el punto de inflexión podría
ser "un estrecho derecho de veto" en asuntos que son esenciales
para el interés nacional.
Michel admite, sin embargo, que la falta de unidad, cuando
existe, impide que la UE cuente tanto como podría. Es el caso de
Oriente Medio. Deberíamos ser más ambiciosos y evitar el veneno
del doble rasero: me temo lo que descubriremos cuando se reabra
Gaza", dijo.
Por último (y no menos importante) está la ampliación. El
objetivo de 2030 para la entrada de nuevos miembros,
especialmente los Balcanes, sigue siendo "realista. No podemos
no acelerar. Porque si Europa no se mueve, otros lo harán".
(ANSA).