Por Filippo Cicciú
(ANSA) - ESTAMBUL, 30 OTT - El presidente de Turquía, Recep
Tayyip Erdogan, afirmó hoy, en su intento por reabrir un proceso
de paz entre el Estado y el Partido de los Trabajadores del
Kurdistán (PKK), que "la República es de los turcos pero sin
duda también es la República de los kurdos".
De este modo, después de muchos años, como en sus primeras
experiencias como primer ministro, Erdogan volvió a subrayar con
fuerza la importancia de las minorías en la población turca.
Durante su discurso en el Parlamento, el mandatario turco
recordó la presencia en Turquía de árabes, alevíes, griegos y
circasianos y reservó un espacio especial a los "hermanos
kurdos", entre el 15% y el 20% de los 85 millones de ciudadanos.
Las palabras del líder se producen mientras varias fuerzas
políticas intentan desde hace semanas reabrir un proceso de paz
entre el Estado y el Partido de los Trabajadores del Kurdistán
(PKK), el grupo armado kurdo que lleva 40 años en conflicto con
Ankara.
"Queridos hermanos kurdos, esperamos que estrechen esta
mano con sinceridad y firmeza", dijo el presidente, citando el
sensacional llamamiento lanzado la semana pasada por el partido
nacionalista de extrema derecha MHP, aliado del AKP de Erdogan,
Devlet Bahceli.
El secretario del partido, históricamente alejado de los
kurdos, había invitado de hecho al líder encarcelado del PKK,
Abdullah Ocalan, a proclamar la disolución de su grupo, en
alusión a un posible fin del régimen carcelario de aislamiento
en el que se encuentra desde 1999 para descontar la cadena
perpetua.
Erdogan definió las palabras de Bahceli como "sabias" e
"históricas", mientras que el partido pro kurdo Dem, tercera
fuerza política más representada en el Parlamento turco, también
se había declarado dispuesto a involucrarse en un posible
proceso de paz.
En su discurso, Erdogan también cortejó al CHP, el principal
partido de la oposición, que ganó las elecciones locales en
marzo, encontrando el apoyo implícito del partido demócrata pro
kurdo, en una colaboración que se extiende ya desde hace algún
tiempo.
"Tenemos la intención de eliminar completamente la cuestión"
del terrorismo "de la agenda de nuestro país", afirmó Erdogan,
condenando una vez más el ataque, reivindicado por el PKK,
ocurrido la semana pasada en la provincia de Ankara.
El atentado terrorista se produjo tras el llamamiento
lanzado por la extrema derecha, mientras que el mismo día del
atentado Ocalan había recibido su primera visita a prisión en
cuatro años y había afirmado tener el poder de ordenar a su
grupo el abandono de la lucha armada para iniciar una batalla
legal y política.
Mientras el líder turco intenta lograr un consenso
bipartidista para reescribir la Constitución, que actualmente no
le permite presentarse a un nuevo mandato, la perspectiva de un
nuevo proceso de paz no parece tan sencilla.
En 2013 ya se había comenzado un período de tregua con el
PKK, deseado por el propio Erdogan, pero que colapsó menos de
dos años después.
Mientras hoy abre a las negociaciones, Erdogan se opone
duramente a las fuerzas kurdas en Siria y al PKK en el norte de
Irak, que fueron atacadas regularmente por el ejército turco
durante muchos años.
Además, en el marco de una investigación por terrorismo, el
alcalde elegido por el CHP de uno de los municipios de Estambul
fue detenido, acusado de "contactos continuos" con el PKK, en
una operación similar a las que suelen protagonizar los
exponentes pro kurdos de Dem, y fue duramente contestada por el
primer ciudadano de la ciudad del Bósforo, Ekrem Imamoglu,
principal líder de la oposición.
Sin embargo, Erdogan parece decidido a recuperar el voto
kurdo que le había apoyado a principios de la década de 2000,
cuando fue elegido primer ministro.
Este apoyo fracasó con la entrada en la escena política de
Selahattin Demirtas, que logró en 2015 que una fuerza prokurda
(Hdp) entrara por primera vez en el Parlamento.
Tras este gran éxito, el partido no dio su apoyo a las
políticas de Erdogan y al año siguiente Demirtas fue detenido
por propaganda terrorista y luego condenado a más de 40 años de
prisión, a pesar de varias sentencias del Tribunal Europeo de
Derechos Humanos que pedían reiteradamente su liberación.
(ANSA).