Por la enviada Paola Del Vecchio
(ANSA) - ALFAFAR, 01 NOV - Al tercer día de la ola negra que
sepultó más de 200 vidas y arrasó los municipios del cinturón
sur de Valencia, cuando la desesperación parecía prevalecer
ahora incluso sobre los gritos de auxilio de quienes pedían
ayuda, agua y comida para 72 horas llegaron los ángeles de barro
para devolver la esperanza.
Por miles, un ejército armado con palas, cepillos y
bidones de agua, a pie desde el amanecer y durante toda la
mañana cruzó los puentes para recorrer los 7 u 8 kilómetros que
conectan la 'huerta norte' con la 'huerta sur', las dos orillas
del el antiguo cauce del Turia.
Enormes líneas disciplinadas, como las que se vieron en
los puentes de Brooklyn después de los ataques del 11 de
septiembre. La misión: llegar a Alfalfar, Catarroja, Sedavi,
hasta ayer aislados y sin luz ni agua potable "como mar", para
llevar de cualquier forma solidaridad y ayuda.
"Venimos del norte de Valencia, no podíamos quedarnos
mirando, aquí hace falta de todo", dice Maite Orts, palafrenera
del hospital de La Fe que reunió por Telegram a un grupo de 10
amigos y familiares para venir a Alfafar, donde sacan toneladas
de barro del vestíbulo de un edificio de apartamentos de cuatro
edificios con las entradas bloqueadas por montañas de coches
apilados. Con ellas están Amparo y Lourdes, de 54 y 47 años,
esta última investigadora agrícola: "Estamos agradecidos de no
habernos visto afectados por Dana y queríamos echar una mano lo
mejor que podamos a quienes lo han perdido todo".
Como Lourdes, muchos aprovecharon el día festivo de este
viernes para acudir al rescate. "Recuerdo la inundación de Tous,
en 1982, yo estaba en la universidad, nos movilizamos todos",
dice Amparo. "Esto fue peor que entonces, debido a una cadena de
errores humanos - añade - desde la alerta roja lanzada por las
autoridades regionales hasta la tragedia que ya había ocurrido
con las casas construidas donde no debían estar, en el antiguo
lecho del Río Turia, que fue desviado tras la catástrofe
provocada por las inundaciones del 57".
Ángel Chuquín, ecuatoriano de 45 años, tiene una empresa
constructora en la región desde hace 20 años y ha armado una
brigada de rescate con una decena de trabajadores: "Ayer
estuvimos en La Torre, hoy estamos aquí en Alfafar, después de
ver el llamamiento del alcalde en la televisión", explica. Juan
Ramón Adsuara pedía ayuda porque hasta ayer los servicios de
emergencia no habían podido llegar a barrios enteros con las
calles bloqueadas por vehículos amontonados y amontonados en
ríos de barro.
Desde lo alto del puente ferroviario, el escenario es de
guerra, con el ferrocarril que unía Alfatar con Benetuser
destrozado por decenas de coches y camiones arrastrados río
abajo por el tsunami de agua: se encuentra entre las tres líneas
de las cinco autonómicas que fueron destruidos y llevará meses
reconstruirlos.
El torrente de solidaridad avanza por la vía interna que
conecta todos los barrios de la zona cero de la catástrofe
-Alfatar, Benetusser, Masanasa, Catarroja, Albal, La Torre,
Paiporta, Chiva- reducidos a un solo mar de barro y caos.
"La devastación es asombrosa y estamos indignados: después
de tres días todavía no podemos ver los vehículos pesados ;;del
ejército para retirar los montones de escombros", informa Victor
Lorraine, técnico de logística.
Crece el enfado por los retrasos en las ayudas, mientras
en Valencia los responsables de la respuesta de emergencia del
Centro de Coordinación de la Generalitat -con el gobernador
Carlos Mazón del Partido Popular y los aliados de Vox en la
tormenta por el retraso en lanzar la respuesta el martes-, se
reunieron con el ministro del Interior, Fernando Grande
Marlaska.
Del acta de la reunión publicada por El Diario, se reportó
la cifra de 1.900 personas desaparecidas. Además de los 200
muertos, 70 cadáveres habrían sido localizados, a la espera de
ser recuperados. Cifras que, sin embargo, la Generalitat ha
desmentido.
Iván, de 40 años, ha organizado un equipo en la red
social con 5 personas que sus familiares daban por muertas. Un
equipo de buzos de la Guardia Civil gaditana, tras haber vaciado
con bombas el agua de uno de los miles de aparcamientos
inundados, logró recuperar los cadáveres de dos personas. Un
grupo de 1.700 soldados de la unidad de emergencia del ejército
finalmente llegó a Chiva para distribuir agua a la población en
dificultades.
Otros trabajan en el polígono industrial con el soplete
entre las decenas de coches amontonados en los que podría haber
otros tantos desaparecidos. Pero a medida que pasan las horas,
las esperanzas de encontrar supervivientes de la masacre se
vuelven cada vez más débiles.
Al anochecer la infinita columna de ángeles de la
solidaridad retoma el viaje inverso sobre los puentes en
dirección a Valencia, caminando kilómetros, sucios, cansados,
con tristeza en los ojos. (ANSA).