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ANSA/España: Valencia, "un cementerio en el centro comercial"

Parking con miles de lugares sumergidos en agua y lodo.

Por la enviada Paola Del Vecchio (ANSA) - ALDAYA, 02 NOV - Un enorme cementerio de agua y fango quitó la vida de un número impreciso de personas que buscaban recuperar el auto del maxi estacionamiento del centro comercial para huir de la ola negra del tsunami que el martes por la noche, en pocos minutos, transformó Aldaya en un inmenso "Bienvenidos a Bonaire", rezan los carteles en el estacionamiento del complejo comercial a las puertas de Valencia, el más grande de la ciudad, donde sólo cuatro días después de la catástrofe, los soldados de la Unidad de Emergencias del Ejército (Ume) consiguieron entrar con los bomberos después de haber vaciado durante 24 horas con las bombas de drenaje los cuatro metros cúbicos de agua que sumergieron todo el lugar subterráneo: tenía una capacidad de 1.800 lugares, 5.700 disponibles en todo el centro comercial.
    Aún no se sabe cuántas personas quedaron atrapadas: los buzos de la Ume tuvieron que esperar a que se secara el lodo para abrirse camino, pero algunos ya han hablado de "un cementerio allí abajo".
    Cuando Dana llegó al Levante español el martes por la noche era hora de punta, con familias comprando o comiendo en restaurantes. El escenario que hoy se observa de cerca es el del día después, con los maniquíes de los escaparates reducidos a fantasmales siluetas negras de barro, zapatos esparcidos en el barro junto a bandejas de pizzería. Quienes trabajaban allí estimaron que en el momento de la catástrofe había unas 650 personas, además de los empleados de los establecimientos comerciales y restaurantes. Los técnicos de la Ume mantienen alejados a los periodistas cuando finalmente descienden al subterráneo del horror. Quizás sea la peor imagen de esta tragedia interminable.
    De las aproximadamente 1.900 denuncias de personas desaparecidas que recibió el Centro de Coordinación de Emergencias de la Generalitat Valenciana, 600 personas ya habían sido encontradas por sus seres queridos el jueves. Pero, además del rescate de una mujer que sobrevivió después de permanecer atrapada en su coche bajo una pila de vehículos durante más de tres días, se siguen contando las muertes.
    Al igual que en Paiporta, donde el número de víctimas ascendió a 72, de los 211 recuperadas hasta el momento. "Hay carreteras a las que todavía no se ha podido acceder debido a los vehículos amontonados en el mar de barro", explica José Antonio Redondo, concejal de Trabajo y Comercio, que no revela el número de 'desaparecidos' . Un recuento que lleva a cabo la coordinación de la unidad militar del ejército y que no trasciende. "Son decenas aquellos que faltan al llamado, al menos aquí en Paiporta. Tengo un antiguo compañero de trabajo que desapareció desde el jueves, tras ser visto por última vez en el coche. Se halló el vehículo, pero no su cuerpo", informa Juan Ramón Pérez.
    "Hay familias enteras desaparecidas de las que no se sabe nada desde el martes", añade. En el municipio de 25.000 habitantes, dividido por la mitad por el torrente que sembró muerte y destrucción, hoy muchos de los cientos de voluntarios paleaban con máscaras para protegerse del hedor a muerte, combinado con el de los residuos amontonados. en las esquinas de las calles que desde hace cuatro días no se retiran.
    La emergencia se está convirtiendo cada vez más en una emergencia de salud pública. "Hemos escapado de la muerte, pero no escaparemos de las infecciones, ya no podemos respirar. Tengo a mi madre enferma en casa y nadie viene a ayudarnos", informa María del Rocío Lara. "Alguien tendrá que pagar por abandonarnos en la desesperación. Seguimos sin luz, agua potable, ni siquiera cobertura telefónica para pedir ayuda", añade. Junto a una multitud de voluntarios aplaude la llegada de los vehículos del ejército, que han aparecido por primera vez en el lugar: dos vehículos blindados con cables de acero para poder remolcar las miles de carcazas de automóviles que bloquean los accesos a los edificios. Se han habilitado centros de distribución de alimentos y productos de primera necesidad en los colegios Luis Vive y Jaume I, dos de los pocos edificios con electricidad.
    Pasan dos furgones mortuorios, con los dos últimos cadáveres recuperados del estacionamiento de un edificio. Se dirigen a la morgue de la Ciudadela de Justicia de Valencia, donde una veintena de médicos forenses llegados de toda la península practicaron las autopsias a 186 de las 211 víctimas confirmadas.
    (ANSA).
   

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