Por Claudio Salvalaggio
(ANSA) - WASHINGTON, 04 NOV - Estados Unidos va a las urnas
para un duelo voto a voto en un clima de alta tensión, con el
espectro de incidentes, revueltas y disputas legales.
La alerta es máxima, con nuevas y altas barricadas alrededor
de la Casa Blanca, el Capitolio y la residencia de la
vicepresidenta y candidata presidencial demócrata Kamala Harris,
medidas que recuerdan las adoptadas tras el ataque al Congreso
el 6 de enero por parte de seguidores de Donald Trump.
Mientras tanto, la Guardia Nacional ya ha sido movilizada de
manera preventiva en algunos estados, incluidos Washington y
Oregón -donde en los últimos días se incendiaron decenas de
contenedores de boletas electorales- así como en el estado clave
de Nevada.
Algunos temores están relacionados con la reorganización de
grupos de derecha pro-Trump, entre ellos los Proud Boys,
protagonistas del asalto al Capitolio.
También se teme lo que podría suceder si el magnate declara
la victoria independientemente del resultado del voto,
preparándose para desafiar una posible derrota en los tribunales
e incluso en el Congreso.
Trump renovó sus acusaciones de fraude, como en 2020, esta
vez amplificadas por Elon Musk y su plataforma X, especialmente
contra el voto anticipado, ya utilizado por aproximadamente la
mitad del país (incluido él mismo): 80 millones de votantes,
frente a los 158 millones del último comicio.
En juego no solo está la elección del nuevo presidente, sino
también la renovación del Congreso (la Cámara de Representantes
en su totalidad y un tercio del Senado), que será crucial para
reforzar o limitar y controlar los poderes del próximo
comandante en jefe.
La democracia más poderosa del mundo llega al 5 de noviembre
tras una campaña electoral larguísima, venenosa y llena de
sorpresas, entre juicios y atentados contra Donald Trump y la
candidatura de Kamala Harris tras el retiro forzado de Joe Biden
debido al desastroso debate con el magnate.
Una contienda que mantiene al mundo en vilo y que marcará un
punto de inflexión histórico: Kamala podría convertirse en la
primera mujer, además de color, en entrar a la Casa Blanca,
mientras que Trump sería el primer presidente desde el siglo XIX
en ganar nuevamente tras perder su segundo mandato consecutivo y
el primero en hacerlo con una condena penal.
Pero para muchos medios y analistas, también podría ser un
punto crítico para la democracia estadounidense, tras repetidas
advertencias sobre el riesgo de una deriva autoritaria en un
segundo mandato de Trump.
El duelo sigue siendo un enfrentamiento muy reñido tanto a
nivel nacional (donde la vicepresidenta lleva una ligera
ventaja) como en los siete estados clave, decisivos para la
victoria, con márgenes siempre dentro del margen de error.
En su último día de campaña, los dos candidatos hicieron sus
llamados finales para ganar a los indecisos y movilizar a su
base. Harris eligió hacer dos mítines en Pensilvania, el estado
clave más importante: primero en Pittsburgh y luego en
Filadelfia, la cuna de la democracia estadounidense, junto a
Lady Gaga y Oprah Winfrey, dos de las muchas figuras del mundo
del espectáculo que la apoyan.
Su equipo ha filtrado señales de recuperación y optimismo,
acusando a Trump de cerrar su campaña "totalmente entre
tinieblas y rabia".
El magnate, también en Pensilvania, tras una parada en
Carolina del Norte (donde amenazó con aranceles del 25% a las
importaciones de México si no frena a los migrantes) y antes de
su mitin final en Michigan, ha elevado el tono. Quizás
demasiado, según su campaña, que teme que haya comprometido una
victoria que ya parecía segura.
Tanto es así que en un correo al personal, la directora de
campaña Susie Wiles usa expresiones como "si fuéramos
victoriosos", "independientemente del resultado de las
elecciones" y "si Dios quiere", reconociendo, según Axios, que
la carrera podría no terminar favorablemente.
Mientras, Nikki Haley se ha pronunciado en un editorial en
el Wall Street Journal para defender al magnate, invitando a los
indecisos que valoran sus políticas, pero no sus tonos ni
excesos, a considerar el costo de los últimos cuatro años de
Biden y Harris. (ANSA).