Por Patrizia Antonini
(ANSA) - RIO DE JANEIRO, 08 NOV - A diez días de la cumbre de
líderes del G20 en Río de Janeiro, la victoria de Donald Trump
en Estados Unidos plantea un clima de incertidumbre sobre la
implementación real de lo acordado entre las principales
economías mundiales.
No es difícil prever que la postura de Washington a
partir del 20 de enero, fecha de la toma de posesión del nuevo
presidente, podría marcar un nuevo ritmo en el avance de
expedientes como la Alianza Global contra el Hambre y la
Pobreza, la imposición de impuestos a los superricos, la lucha
contra el cambio climático y la deforestación del Amazonas.
Todos esos temas, que junto con la reforma de los organismos
multilaterales, constituyen la piedra angular de la cumbre de
los días 18 y 19 de noviembre, bajo la presidencia brasileña de
Luiz Inácio Lula da Silva.
Aunque Joe Biden telefoneó en las últimas horas al jefe
de Estado sudamericano para asegurarle su presencia en la
reunión, confirmando la decisión de la Casa Blanca de sumarse a
la Alianza Global contra el Hambre y garantizando la
convergencia en el impulso de la transición energética, los
próximos meses contienen muchas incógnitas.
Pero aún está vivo el recuerdo de cómo, en su anterior
mandato, Trump no solo redujo los espacios de discusión
internacional, sino que también recortó fondos a Naciones
Unidas, que por ejemplo alimentan iniciativas de cooperación
para luchar contra la pobreza. Pero, sobre todo, uno de sus
primeros anuncios, en 2017, fue la retirada de Estados Unidos de
los acuerdos climáticos de París.
Una medida en defensa de los trabajadores estadounidenses
-así lo justificó el magnate- debido al peso económico de sus
objetivos. Un precedente nada despreciable para Brasil, que
trabaja para fortalecer el Fondo de defensa del Amazonas y que
acogerá la COP 30 sobre el clima en Belém, en 2025.
Por otro lado, con la llegada de Trump a la Casa Blanca,
la posición de Lula se ha vuelto más incómoda, tanto por el
fortalecimiento de su oponente interno, el líder de derecha Jair
Bolsonaro, al que se impuso por un puñado de votos en 2022, sino
también por la de su antagonista en la región, el ultraliberal
jefe de Estado argentino Javier Milei.
Una situación que corre el riesgo de debilitar el
liderazgo brasileño y su papel como bisagra entre Occidente y el
llamado Sur Global.
El equilibrio es delicado. Tanto es así que, tras intentar
ocultarlo, Lula tomó la iniciativa y, en una entrevista
exclusiva en CNN Internacional, instó al próximo ocupante de la
Casa Blanca a incluir las cuestiones medioambientales en sus
planes de gobierno.
"Deben darse cuenta de que Estados Unidos está en el
mismo planeta que yo", dijo. "Debemos asumir la responsabilidad
de mantener este planeta Tierra y garantizar que no se caliente
más de 1,6 grados", añadió. Un llamamiento que el mundo espera
que no se pierda con el viento. (ANSA).