Por Claudio Accogli
(ANSA) - ROMA, 09 NOV - Kiev se defiende afanosamente de la
ofensiva de Moscú, pero se vislumbran nubarrones en el
horizonte, con la nueva administración estadounidense encabezada
por Donald Trump dispuesta a poner fin al conflicto incluso a
costa de poner Crimea y Donbás en manos del Kremlin.
Las preocupaciones de Volodimi Zelensky -"nadie puede
predecir lo que hará Trump", subrayó mientras hablaba con los
líderes europeos en el evento de
Budapest parecen materializarse en el peor de los escenarios:
"Crimea está perdida", afirmó uno de los ex asesores del magnate
neoyorquino, Bryan Lanza. La nueva administración, argumentó, se
centrará en lograr la paz en Ucrania en lugar de centrarse en
restaurar la unidad territorial del país. Por tanto, de Zelensky
el nuevo ocupante de la Casa Blanca espera "una visión realista
de la paz, y si se sentara a la mesa para decir que sólo habrá
paz con Crimea, nos demostraría que no es serio" porque "Crimea
está perdida".
Una visión en línea con las revelaciones del Wall Street
Journal (WSJ) que días atrás, citando al entorno del presidente
reelecto, escribió que los asesores de Trump le recomiendan
congelar la guerra, fijando la ocupación por parte de Rusia en
alrededor del 20% de Ucrania y forzar a Kiev a suspender
temporalmente su solicitud de ingreso en la OTAN. Temporalmente,
por así decirlo, según el WSJ sería un período de al menos 20
años. Para Kiev, Washington pondría sobre la mesa la promesa de
seguir suministrando armas como elemento disuasorio ante un
posible nuevo ataque ruso. En este contexto, la línea del frente
se congelaría y ambas partes acordarían una zona
desmilitarizada, incluso si no está claro qué fuerza de paz será
supervisada, ciertamente no la estadounidense ni, según se
afirma, bajo los auspicios de la ONU.
Kiev toma medidas a cubierto y tras la llamada telefónica a
tres Trump-Musk-Zelensky asegura que el diálogo está abierto y
se está trabajando en un posible encuentro entre ambos líderes.
"Los dos equipos empezarán a trabajar en esto, eso es lo que
puedo decir en este momento", afirmó el ministro ucraniano de
Asuntos Exteriores, Andrii Sybiha.
El responsable recibió hoy en Kiev al Alto Representante de
la Política Exterior de la UE, Josep Borrell, que llegó "con un
propósito claro, procedente de la cumbre de la Unión Europea en
Budapest y después de las elecciones estadounidenses, de
subrayar el apoyo de la UE a Ucrania". Borrell instó a los
aliados a "mayor apoyo militar, más capacidad de entrenamiento,
más dinero, suministros más rápidos e incluso permiso para
atacar objetivos militares del enemigo en su territorio. No
basta con detener las flechas, hay que atacar a los arqueros".
Mientras tanto, desde Washington, la administración
saliente de Joe Biden aceleró el suministro de los
imprescindibles misiles interceptores anunciando el envío de 500
unidades para los sistemas de defensa aérea de medio alcance
Nasams y Patriot, quizá también en vista del punto de inflexión
anunciado por los trumpianos. Se espera que los nuevos
suministros puedan garantizar la cobertura aérea ahora que
comenzó el invierno y las infraestructuras energéticas vuelven a
estar en el punto de mira de los rusos, que hoy atacaron con
drones la región de Odessa (el saldo es de un muerto y una
decena de heridos), y Kupyansk, en la región de Járkov, donde
murieron al menos dos personas.
Los ucranianos no se quedan de brazos cruzados y, a pesar de
las difíciles condiciones meteorológicas, según fuentes de
inteligencia, atacaron una planta química en la región rusa de
Tula, a unos 200 kilómetros al sur de Moscú. Un enjambre de 13
drones provocó varias explosiones. Sólo en octubre, el Estado
Mayor ucraniano contabilizó -de acuerdo con la prensa local-
52.000 objetivos que acabaron en el punto de mira de los drones
de Kiev. (ANSA).