Por Patrizia Antonini
(ANSA) - BRASILIA, 14 NOV - La sombra del atentado contra el
Tribunal Supremo se cierne sobre la cumbre de líderes del G20
que se realizará, el próximo lunes, en Río de Janeiro: de hecho,
no se trata de un ataque aislado de un lobo solitario, como se
supuso inicialmente, sino es fruto de grupos de extrema derecha
activos en Brasil.
Se trata de un "plan largamente meditado" que, según los
investigadores, tenía como "principal objetivo al juez Alexandre
de Moraes", considerado por los bolsonaristas el enemigo más
acérrimo del expresidente de derecha.
Una trama inquietante, fruto de la polarización en el país
-que se refuerza con la elección de Donald Trump como presidente
de Estados Unidos- y "el intento de golpe de Estado del 8 de
enero de 2023".
El escenario del nuevo golpe a la democracia brasileña fue
la misma Plaza de los Tres Poderes vulnerada en enero de 2023
con el ataque a los edificios por parte de tropas soberanistas.
Pero, a diferencia de entonces, esta vez fue un solo hombre
quien actuó.
Un hombre vestido en alusión al personaje "Joker" que
llevaba un traje verde con símbolos de naipes rojos y estaba
lleno de explosivos, y que, con un extintor transformado en
lanzallamas, cubrió con bombas la explanada ministerial y la
casa que alquilaba a unos treinta kilómetros del lugar del
atentado.
Aún se desconoce el número de artefactos artesanales
encontrados y neutralizados durante la recuperación.
Pero las explosiones se escucharon varias veces, desde el
miércoles por la tarde hasta el jueves por la mañana.
Las tres primeras explosiones fueron activadas por el propio
atacante, Francisco Wanderley Luiz.
Dos bombas caseras, tipo granadas, preparadas para hacer
daño, y un coche lleno de petardos y fuegos artificiales,
volados con un mando a distancia.
En la casa alquilada por Luiz en Ceilandia, además de varios
artefactos sin detonar, los investigadores encontraron, en el
espejo del baño, la inscripción: "Por favor, no desperdicien
lápiz labial! Eso se usa para embellecer a las mujeres. Para
estatuas de mierda se usa el trinitrotolueno".
Un mensaje en referencia al golpe de Estado del 8 de enero,
cuando Débora Rodrigues destrozó con lápiz labial la estatua de
la Justicia frente al Tribunal Supremo.
Un símbolo de la icónica plaza, contra la que el propio Luiz
arremetió antes de quitarse la vida.
Poco antes del ataque, el atacante había enviado mensajes
por Whatsapp advirtiendo a la policía que tendría "72 horas para
desactivar la bomba en la casa de los comunistas".
En los mensajes había señalado objetivos como el
vicepresidente Geraldo Alckmin y los expresidentes, José Sarney
y Fernando Henrique Cardoso.
"Tengan cuidado al abrir cajones, armarios, estanterías,
armarios. El juego - advirtió- termina el 16 de noviembre de
2024. Buena suerte".
Todos textos -los encontrados por los investigadores en los
perfiles de las redes sociales de Luiz- que, además de una buena
dosis de locura, indican su pertenencia a círculos de extrema
derecha-.
Por otro lado, el atacante originario de Rio do Sul, ciudad
del estado de Santa Catarina, se postuló en 2020 como candidato
a concejal por el Partido Liberal, fuerza política del
expresidente Bolsonaro.
Precisamente el exjefe de Estado de derecha, quien con este
asunto vio desaparecer la posibilidad de cualquier amnistía y
desvanecerse definitivamente el sueño de la rehabilitación para
las elecciones presidenciales de 2026, intentó minimizar el
incidente, definiéndolo como "un caso aislado de un enfermo
mental".
Pero el director general de la Policía Federal, Andréi
Rodrigues, que siguió los acontecimientos el miércoles por la
noche, junto con el presidente Luiz Inácio Lula da Silva en el
palacio de Alvorada, aclaró: se trata de "un acto terrorista,
una acción muy grave, un intento de asesinato inaceptable".
(ANSA).