Por Paolo Cappelleri
(ANSA) - ROMA 14 NOV - El papel de Raffaele Fitto como
comisario y vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea es
importante para Italia: ése fue el mensaje de Sergio Mattarella,
dentro y fuera de las fronteras italianas, en un momento de
estancamiento que, desde Bruselas, está produciendo tensiones en
Roma entre el centroderecha y el Partido Democrático.
Una invitación oportuna que no es casual.
Como la del pasado 16 de septiembre, en las horas más
acaloradas de las negociaciones para la composición del equipo
de Ursula von der Leyen.
Dos meses después, el proceso de confirmación de sus
comisarios se vio sacudido por vetos cruzados entre popolares y
socialistas, una dinámica que está generando un choque abierto
entre Giorgia Meloni y Elly Schlein.
Pasó media hora desde la nota sobre la reunión en el
Quirinal, cuando la premier subió al escenario del mitin de
centroderecha en Perugia -centro de Italia- y atacó a la
secretaria del Partido Democrático porque "el PSE, del que el PD
es el grupo relativamente mayoritario, dio un mandato al líder
del grupo para negociar con Von der Leyen el hecho de que Fitto
no sea vicepresidente de la comisión".
Meloni pidió a Schlein "que diga cuál es la posición oficial
del Partido Demócratico", para responder "no a mí sino a los
ciudadanos italianos: la gente seria hace esto".
Para la líder de Hermanos de Italia (FDI) es "inaceptable"
obstaculizar la solución de "un comisario con una cartera de mil
billones y una vicepresidencia de la comisión, lo que significa
coordinar diversos e importantes asuntos para Italia".
"La primera pregunta -respondieron desde el Partido
Democrático- Meloni debería formularla a su viceprimer ministro,
Matteo Salvini, que no votará por la comisión y por el comisario
Fitto".
Y la respuesta de Schlein también llegó desde otra plaza de
la capital de Umbría: "No soy yo quien tiene que responder, sino
ustedes, ante los ciudadanos, por los recortes en la sanidad y
la educación".
Una forma, señalan los opositores, de enviar el balón a las
tribunas.
Mientras que, en las últimas horas, una constelación de
siglas en el sector productivo se movió para presionar la luz
verde para Fitto: desde Confindustria a Confcommercio, desde
Confcooperative a Confartigianato, pasando por la CISL.
Una serie de declaraciones que invitan a ir "más allá de los
particularismos", a "superar las controversias de intereses de
Italia" y a cerrar sin problemas la definición de la Comisión.
Un esfuerzo desde muchos frentes, que culminó con el
encuentro entre el ministro y el presidente de la república.
Ahora será aún más difícil tachar a Fitto de fascista o de
ultraconservador, según el razonamiento de los melonianos.
Sin duda, el mensaje es que Fitto no es simplemente el
candidato del gobierno, sino que representará a todo el país en
Bruselas.
Una medida, se subrayó, que el Jefe de Estado adoptó en aras
del interés nacional, también para rechazar las insinuaciones de
quienes, tras la seca respuesta a Elon Musk, hablaban de él como
si fuera el líder de la oposición.
Las palabras del magnate sobre los jueces provocaron una
incomodidad en el Palazzo Chigi que Meloni gestionó con una
llamada telefónica a su "amigo" Musk, en la que básicamente le
pedía que evitara intromisiones de ese tipo.
Pero también generaron distinciones en el gobierno.
"Estoy absolutamente de acuerdo con las palabras del
presidente de la República -sostuvo el canciller, Antonio Tajani
-. El lenguaje de Musk no me pertenece. Somos un país libre,
independiente, democrático, capaz de elegir su propio destino".
"No hace falta que Musk diga que hay algunos jueces,
afortunadamente pocos, que juegan a la política en Italia",
señaló, por su lado, Matteo Salvini, que yadado la "razón" al
propietario de X, Tesla y SpaceX (que con Starlink está en
negociaciones con el gobierno italiano para satélites de baja
altitud de comunicación), y ahora mano derecha del presidente
electo de Estados Unidos, Donald Trump.
Su referente en Italia, Andrea Stroppa, reitera que Musk
"hablaba como un ciudadano privado", acostumbrado a decir lo que
piensa: "Si alguien piensa en intimidarlo, no ha entendido quién
es".
El efecto de la fuga de su red social está por verse.
Incluso el escritor Francesco Guccini, quien ya no estaba
acostumbrado a utilizar las redes sociales, pidió a sus
empleados que eliminaran su cuenta X: "No tengo ningún interés
en comunicarme en una plataforma que contribuye a dar forma a
las narrativas y a manipular el pensamiento político". (ANSA).