(ANSA) - PISA 14 NOV - Los ancestros más antiguos del buey
doméstico, los uros (Bos primigenius), fueron descubiertos en el
valle del Indo y en Mesopotamia y datan de hace 10 mil años.
La investigación, realizada por el Trinity College de Dublín
y la Universidad de Copenhague, contó con la participación del
paleontólogo de la Universidad de Pisa Luca Pandolfi y fue
publicada en la revista Nature.
Pandolfi, paleontólogo del Departamento de Ciencias de la
Tierra de la Universidad de Pisa, estudia la evolución y
extinción de los grandes mamíferos continentales también en
relación con el cambio climático.
Los uros domesticados eran animales bastante similares a los
salvajes, pero un poco más pequeños, con cuernos menos
desarrollados que indicaban una mayor mansedumbre.
De hecho, Julio César en el De Bello Gallico (6-28) describe
al uro salvaje como un animal de tamaño ligeramente menor que el
elefante, rápido y de carácter particularmente agresivo.
De los restos fósiles se desprende que los uros salvajes
podían alcanzar una altura de poco menos de dos metros, pesar
una tonelada y tener cuernos de más de un metro de largo.
Su presencia dominó las faunas de Eurasia y el norte de
Africa desde hace unos 650.000 años, para luego sufrir un fuerte
descenso desde fines del Pleistoceno, hace unos 11.000 años,
hasta su extinción en la edad moderna. El último ejemplar
conocido fue abatido en Polonia en 1627.
"El estudio publicado en Nature analizó por primera vez esta
especie para comprender su historia evolutiva y genética a
través de restos fósiles encontrados en varios sitios de
Eurasia, incluida Italia y el norte de Africa", observa
Pandolfi.
"De los hallazgos se extrajeron muestras de ADN antiguo, que
incluyen esqueletos completos y cráneos bien conservados. Su
análisis - continúa - permitió identificar cuatro poblaciones
ancestrales distintas que respondieron de manera diferente a los
cambios climáticos y a la interacción con los uros europeos".
En particular, agrega, "sufrieron una drástica disminución
tanto de su población como de su diversidad genética durante la
última glaciación, hace unos 20.000 años, lo que redujo su
hábitat y los empujó hacia la península itálica o ibérica desde
donde posteriormente recolonizaron toda Europa".
"En el Cuaternario, era que va desde hace 2 millones y medio
de años hasta hoy, el uro fue protagonista de los ecosistemas,
contrayendo y ampliando su hábitat en relación con las
vicisitudes climáticas que caracterizaron este período. Los
huesos de estos majestuosos animales cuentan a los paleontólogos
la historia del éxito, la adaptación y el declive de una especie
a cuya extinción nosotros mismos contribuimos", concluye
Pandolfi.
Ampliamente distribuidos en Europa y Asia y desaparecidos
por completo hace unos 500 años, los uros son considerados los
antepasados ;;de las vacas y los toros actuales, pero se sabe
poco sobre su historia evolutiva.
Para reconstruirla, los investigadores analizaron el genoma
de 38 restos fósiles de numerosos yacimientos que datan de hace
50.000 años y descubrieron algunos elementos interesantes, entre
ellos la existencia de tres poblaciones genéticamente distintas
entre las que vivieron en Europa.
Los cambios climáticos, como el período glacial, tuvieron un
impacto importante no sólo en su distribución sino también en la
variabilidad genética que, según señalan los autores, ha
atravesado varios cuellos de botella. Uno de ellos ocurrió hace
poco más de 10 mil años, al final de la última glaciación, y
precisamente en el mismo período se domesticaron los primeros
uros en Mesopotamia.
Los datos genéticos indican que el ganado actual se originó
a partir de muy pocos uros, lo que indica que la domesticación
se produjo de forma voluntaria por parte de algunos grupos
humanos que comenzaron a seleccionar algunos individuos de uro
específicos que consideraban más adecuados y dóciles. (ANSA).