por Stefano de Paolis
(ANSA) - NUEVA YORK 16 NOV - "Máxima presión" sobre Irán para
"llevarlo a la quiebra", con nuevas y más estrictas sanciones, y
por tanto reducirlo a consejos más indulgentes, es decir,
obligarlo a dejar de financiar y armar a sus milicias regionales
y aceptar abandonar su programa nuclear, militar. Esta sería la
política que el presidente electo de Estados Unidos, Donald
Trump, pretende aplicar hacia la República Islámica, desde su
primer día en la Oficina Oval de la Casa Blanca en enero.
Así lo dijeron al Financial Times "fuentes cercanas a la
transición estadounidense", mientras que desde Teherán llegó un
desmentido tajante y "categórico" de la noticia difundida por el
New York Times según la cual el multimillonario Elon Musk,
nombrado por Trump para dirigir el nuevo departamento para la
eficiencia del gobierno estadounidense, se reunió en los últimos
días con Amir Saeid Iravani, embajador de Irán ante las Naciones
Unidas.
Además, en el campo de batalla, las milicias pro-iraníes
continúan su irreductible "resistencia". En particular, los
combatientes de Hezbolá, que siguen impertérritos lanzando
cohetes contra Israel, que a su vez responde atacando Beirut,
Tiro y varias localidades del sur y del este del Líbano
provocando numerosas víctimas, como también ha hecho en las
últimas horas, en donde se reportan seis muertes, entre ellas
tres niños.
Y también bombardeando Gaza, donde un ataque mató a 10
palestinos e hirió al menos a otros 20 en un antiguo edificio
escolar que albergaba a familias desplazadas.
Precisamente con el deseo explícito de desbloquear la
situación, el próximo ocupante de la Casa Blanca ya ha dado
instrucciones a su equipo de transición para que prepare órdenes
ejecutivas contra Teherán, incluidas, en particular, sanciones
mucho más estrictas a las vitales exportaciones de petróleo
iraní.
"Está decidido a restablecer una estrategia de máxima
presión para llevar a Irán a la bancarrota lo antes posible",
dijo un experto en seguridad nacional familiarizado con la
transición de Trump.
Ya durante su primer mandato, Trump había adoptado una
política significativamente más dura que la de su predecesor
Barack Obama, en particular abandonando el acuerdo nuclear de
2015 que Irán había firmado con las potencias mundiales e
imponiendo nuevas sanciones severas.
Sin embargo, en los últimos cuatro años las exportaciones de
petróleo crudo de Irán han vuelto a aumentar significativamente.
Según el Financial Times, pasaron de un mínimo de 400.000
barriles por día en 2020 a más de 1,5 millones de barriles por
día en 2024, y casi todos los envíos se dirigieron a China.
En este contexto, la próxima administración estadounidense
apunta al petróleo, la principal fuente de recursos económicos
de la República Islámica. "Esperamos que sea un incentivo para
que acepten negociaciones de buena fe, que podrían estabilizar
las relaciones e incluso normalizarlas algún día, pero creo que
los términos de Trump serán mucho más duros de lo que los
iraníes están preparados para aceptar", dijo un experto
conocedor de la transición citado por el periódico
económico-financiero británico.
Sin embargo, otros expertos, escribe el Financial Times,
creen que se trata de una posibilidad remota. (ANSA).